La revista Time ha nombrado a Greta Thunberg Persona del Año. La activista medioambiental sueca, de apenas 16 años, ha conquistado al mundo con sus denuncias contra el cambio climático y su estilo frontal al dirigirse a líderes mundiales. Greta despierta la admiración y simpatía de millones de personas alrededor del mundo preocupadas por el futuro de nuestro planeta. Y genera también grandes antipatías de quienes no ven en ella más que a la protagonista de un show mediático alarmista.

Más allá de las emociones y pasiones que pueda generar Greta, el hecho es que ha logrado a su corta edad un nivel de influencia mundial que muy pocos alcanzan en toda su vida. Ser la persona más joven en la historia en recibir esta distinción de Time no es poca cosa. “El cambio significativo rara vez ocurre sin la fuerza galvanizadora de los individuos influyentes, y en 2019, la crisis existencial de la Tierra encontró una en Greta Thunberg”, dijo el editor de la revista.

Mientras el mundo desarrollado reconoce a una defensora del medio ambiente, acá en nuestros países, siempre en vías y sueños de desarrollo, pensar en el medio ambiente es casi un lujo. Acá la gente está preocupada por cosas más elementales; por ejemplo, que los jóvenes que salen a protestar a las calles no le quemen ni saqueen su local comercial, como en Chile. O que el gobierno no suba impuestos ni quite subsidios, como en Ecuador. O que la corrupción y la inflación no se vuelvan a disparar por las nubes, como en Argentina. O que no les roben las elecciones, como en Bolivia. Nuestras necesidades son básicas. Es difícil preocuparse por el cambio climático para una mayoría que solo piensa en llegar a fin de mes o en conseguir un trabajo.

El título de la portada de Time dice: “El poder de la juventud”. Ver a esa juventud de Chile destruyendo todo a su paso deja claro que ese poder puede ir en cualquier dirección. Puede usarse para luchar por una causa, como Greta y tantos otros activistas que logran llamar la atención de manera pacífica. O para desprestigiar una causa convirtiendo supuestos reclamos en actos vandálicos y criminales.

¿Quién sería la persona del año en nuestro país y región? ¿Hay algún activista, líder o causa que merezca ser reconocido? Por lo pronto sabemos que esos jóvenes que confunden protesta con destrucción y violencia no lo merecen. Su supuesta lucha contra la desigualdad pasó de ser una causa a una excusa para generar el caos.

En nuestros países todavía hay causas demasiado básicas que siguen pendientes, causas que, en la Suecia de Greta o los Estados Unidos de la revista Time, ya no les quitan tanto el sueño. Causas como una educación de calidad, o un Estado favorable a la libre empresa, o instituciones sólidas y confiables, o un sector público donde la corrupción sea la excepción, no la norma. Causas elementales.

Termina un año donde lo simple sigue sin resolverse en nuestro país y región. Está vacante el puesto de persona del año para quien lidere esos cambios y causas tan básicos como trascendentales. (O)