El pasado domingo los candidatos presidenciales asistieron al debate televisivo obligatorio organizado por el CNE. Pretendo en esta columna hacer un breve análisis de lo más relevante.
Debo comenzar destacando la importancia de que el debate sea obligatorio, pues más allá del caótico formato -que espero sea revisado a futuro por el CNE- es fundamental que la ciudadanía haya podido ver en vivo, sin teleprompter ni ayudas, a quienes aspiran a la máxima dignidad de la nación.
Entrando en materia, era evidente que en el caso de los dos candidatos que lideran con amplio margen el objetivo era, en la medida de lo posible, salir ilesos del debate, para asegurar su paso a segunda vuelta, considerando el corto tiempo que falta para el “día D”. Sin embargo, no corrieron con igual suerte.
En el caso de doña Luisa, no solo que no pudo emular a su líder máximo, sino que quedó en evidencia que está años luz de este. Y como si eso no fuese suficiente, se hizo dos autogoles al revivir la Refinería del Pacífico y el caso Odebrecht. Y si bien esto no afecta el voto duro, que votaría por un poste de luz si así lo dispone el supremo líder, evidentemente limita la captación de indecisos, que ya venía en caída, luego del lamentable suceso ocurrido la semana pasada.
Por el contrario, Jan Topic no solamente hizo gala de su dominio de la problemática de inseguridad en el país, que, de largo, es la principal preocupación de los electores, sino que además, hábilmente, vinculó todos los ejes del debate con el problema de inseguridad. Aplomado, con números, tiempos y objetivos, refrendó su discurso de campaña.
En cuanto a los demás candidatos, Daniel Noboa, que más bien debe estar apostando al 2025, estuvo a la altura de Topic e incluso tuvieron un intercambio muy interesante, que genera esperanzas en un futuro político diferente. Para muchos, la sorpresa del evento. Sobre todo, para quienes no conocían sus credenciales académicas.
Veremos si el posdebate mueve las cifras hasta el domingo, algo poco probable, pero no imposible.
Otto llegó muy presionado al debate. A estas alturas, todo suma. A mi juicio, estuvo bien. Es que no hay duda alguna de sus cualidades personales e intelectuales. Sin embargo, a mi gusto, las circunstancias apremiantes de su campaña lo han forzado a desempeñar un papel que no le resulta natural. De pronto, el político de claridad de conceptos, consensos y buen diálogo, grita, apunta y amenaza, y no lo hace mal, pues es un gran comunicador. Veremos si, al final, le alcanza. A mí, personalmente, me gusta más Otto siendo Otto.
Yaku murió en su ley. Coherente con su discurso histórico y sus ideales de izquierda, de justicia social y defensa ecológica. Lamentablemente para él, ese guion parece fuera de lugar en tiempos tan turbulentos en que la gente, mayoritariamente, quiere soluciones urgentes para la violencia que se ha tomado el país.
Hervas lució desanimado, como desanimada anda su campaña. Y finalmente don Bolívar hizo un gran esfuerzo, pero no estuvo a la altura.
Veremos si el posdebate mueve las cifras hasta el domingo, algo poco probable, pero no imposible.
Seguiremos comentando. (O)