Por: Emilio Ochoa

Menos de 15 personas solicitaron al presidente suspender la fusión de la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) con el Ministerio de Defensa y sopesar mejores opciones para el ahorro fiscal y para fortalecer la gestión de riesgos. En pocos días adhirieron al pedido más de 3.500 personas.

Se anunciaron varias fusiones, pero ninguna produjo una respuesta similar. ¿Cómo explicarlo?

Un factor puede ser la huella de los desastres en la vida y memoria de las familias. Los adherentes más jóvenes sufrieron el sismo de Manabí-Esmeraldas del 2016, las alertas por el proceso eruptivo del Cotopaxi, las inundaciones, deslizamientos, incendios forestales y más amenazas desde el 2008. La generación anterior agrega los efectos de las grandes inundaciones de El Niño 1982-1983 y 1997-1998.

Otro factor puede ser que hoy se entiende mejor el peso económico de los desastres en el desarrollo. Por ejemplo, lo invertido en recuperación vial desde Corpecuador hasta el 2014 supera los 15.000 millones de dólares, casi el 50% del valor del Presupuesto General del Estado.

Otro es que la fusión integraría modelos de gobernanza que no se mezclan: un ente que es transversal basado en coordinación y armonización de ejecutores múltiples, con otro que es sectorial, de mando central y de misión específica. En la gestión de riesgos hay un sistema nacional descentralizado, que incluye entidades autónomas como los GAD; en Defensa hay, y debe haber, una cadena jerárquica de mando.

Además, está el factor de la integralidad, que es de doctrina.

Desde el mandato constitucional de Ecuador, la integralidad se expresa en el objetivo general de la gestión de riesgos, que es “minimizar la condición de vulnerabilidad” del país.

Desde la estrategia mundial de NN.UU., la integralidad (Marco de Sendai 2015-2030) se expresa en sus prioridades: comprender el riesgo, mejorar la gobernanza del riego, invertir los recursos con miras a una sociedad resiliente y mejorar la preparación de la repuesta y de la reconstrucción para no reconstruir los riesgos.

Desde los procesos, la integralidad implica reducción/prevención, respuesta y recuperación, reconstrucción y mantenimiento.

Desde los actores, integralidad implica que sin los distintos niveles de gobierno no hay gestión de riesgos; sin el sector privado tampoco; sin las FF.AA., Policía y seguridad pública, tampoco; sin ciencia, sin capacidad profesional, sin voluntariado, sin recursos técnicos, sin participación de las familias y las organizaciones sociales, tampoco.

Los desastres son riesgos mal manejados. Las mayores pérdidas fiscales recientes están en las imprevisiones del desarrollo frente a amenazas de origen natural y social.

¿Por qué cargar sobre las FF.AA. una responsabilidad ajena a su misión? ¿Habrá ahorro en esto? ¿Cómo manejará la fusión la integralidad? ¿No parece razonable el pedido de sopesar mejores opciones para el ahorro fiscal y para fortalecer la gestión de riesgos?

Es una voz de alerta limpia y clara. (O)

* Miembro del colectivo #EcuadorConGestiónDeRiesgos.