Son diez días desde que la Corte Constitucional dio paso al juicio contra el presidente y la opacidad sigue idéntica. ¿Opciones dentro de un pastel del 100 %?

Uno, 5 %, el presidente renuncia. Altamente improbable porque él considera ha hecho un (muy) buen trabajo y que en todo su sendero político ha invertido demasiado (dinero, tiempo, familia) como para dejarlo.

Estos son los argumentos que el presidente Guillermo Lasso expone en una carta respecto al juicio político en su contra por supuesto peculado

Dos, 22 %, la Asamblea no lo destituye. El Gobierno logra negociar (el bloque PSC o unos 15 a 20 otros). Difícil porque nadie querrá aparecer como cercano a un gobierno tan débil. Difícil porque el Gobierno no ha mostrado habilidades de negociar y al mismo tiempo mantenerse en línea de rectitud. Aunque imposible no existe en política. Y luego vendrían 2 años… ¿de lo mismo?, ¿o habría la sorpresa de un mejor empuje político, socioeconómico y de comunicación esperanzadora?… ¿o volverían nuevamente a la carga contra él?

Tres, 55 %, el Congreso sí lo destituye. Asume Borrero. ¿Quién es? Un gran desconocido. ¿Sería un gobierno intrascendente?, ¿o peligroso como Palacio, quien abrió la puerta a Correa y mató el TLC con los EE. UU. (aunque, lo admito, él dice fueron los americanos)?, ¿o nos sorprendería como Yerovi hace 55 años?, ¿o un grave populismo que cedería en todo a todos los políticos, para que no le compliquen el camino?… ¿o solo le darían un tiempo hasta subir a quien quieren subir (estilo Saquicela)?...

Revocatoria, juicio político y resistencia

CAL llama la atención y advierte al legislador Fernando Villavicencio de no entorpecer la sustanciación del juicio político al presidente Guillermo Lasso

Cuatro, 18 %, Lasso se defiende con la muerte cruzada, lo cual le permite gobernar hasta seis meses con decretos ejecutivos, bajo control de la Corte Constitucional y que luego debe o no ratificar la nueva Asamblea. Hay que ser realistas, lo más probable es que el país se complicaría mucho porque diversos movimientos se lanzarían a las calles a oponerse radicalmente. Y ahí surge una duda: ¿aceptarían los militares esa muerte cruzada que generaría un caos difícil de controlar?… Y otra duda importante: ¿Lasso se lanzaría como candidato a la nueva elección? No debería hacerlo por sensatez y para ejercer un mandato de seis meses “sin ataduras propias”, pero ¿qué le dirá su (humano) ego? ¿”Lánzate, para no darles gusto, puedes ganar y aún tienes mucho que aportar”, o “no te presentes, se acabó, vas a perder largo en este nuevo intento”?

(...) todos perdemos: la economía (...), nuestra capacidad de juntarnos para (con)vivir mejor.

¿Cómo serían esos seis meses de Lasso? A. Populismo irresponsable para ganarse el cariño general, improbable dada su esencia. B. Lanzar todas las reformas que el país necesita como la laboral, seguridad social, política, financiera y más. Ojalá. Pero también improbable. C. Centrarse en hacer bien dos o tres temas claves: seguridad, salud y un par de obras de valor (ejemplo, “vender” la importancia de la autopista Quito/Guayaquil). Ojalá. D. Ser intrascendente. Ojalá no.

Y finalmente preguntarnos ¿quién se presentaría en seis meses o en dos años? ¿A qué partido le conviene lo primero, porque está más preparado o piensa que es su momento? ¿Quién necesita tiempo para rehacer sus bases y tener un buen candidato? ¿Dónde cuadran en este panorama nombres que suenan como Otto, Iza, correístas, Yaku, Gustavo Larrea, Hervas, Freile y más?

Más allá de los políticos, todos perdemos: la economía diaria y futura, nuestra capacidad de juntarnos para (con)vivir mejor. Al menos, la próxima vez, escojamos mejor las cartas. (O)