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Las constituciones liberales son siempre menos problemáticas... Hacen posible la convivencia en la diversidad...
En el caso de la proforma, la Asamblea tiene la definición final de la brújula del 2026, por ello su importancia.
El CNE tiene una obligación: hacer respetar la voluntad ciudadana y las normas que rigen para un proceso democrático.
Salud, educación, claro que sí, pero de la mejor calidad posible. Un político ignorante puede hacer mucho daño.
El “palo” no asegura gobernanza, ni la “zanahoria” sostenible calma; luego de un agitado mes, solo se barrió bajo la alfombra.
Tras años de incertidumbre, los ecuatorianos queremos volver a soñar con seguridad, educación...
Es hora de hacer una minga de solidaridad y que el país se vuelque en atención a Imbabura.
Durante el día de las votaciones estará prohibido el uso de teléfonos celulares, cámaras u otros dispositivos electrónicos dentro del biombo de votación.
El país se merece mejores días.
La Patria se desangra. La receta es urgente: ¡Ecuador necesita reconstituyente!
Es hora de trabajar en conjunto. Los daños están hechos. La recuperación demorará tiempo y costará mucho dinero.
En el diálogo nada está cerrado, siempre cabe la posibilidad de que surja algo nuevo, una solución distinta...
Convocar a una asamblea constituyente es un acto de madurez republicana, una oportunidad para reconciliar al Ecuador con su historia y con su futuro.
El mandatario afirmó que las cuatro preguntas del proceso responden a demandas ciudadanas y que la gente quiere un cambio real.
Es evidente que este paro debe terminar cuanto antes. Prolongarlo solo abriría una peligrosa puerta...
Hay graves problemas que requieren un país unido: la delincuencia y el terrorismo son los reales enemigos.
Sin renunciar al incremento del precio del diésel, deben acordarse mecanismos creíbles... para el progreso indígena.
La constitución correísta es un Chernóbil jurídico.
Los derechos de uno terminan cuando se inician los derechos del otro.
El futuro de los gobiernos no dependerá de su capacidad para controlar la calle, sino para conquistar el corazón del pueblo.