¿El derecho a la vida y a la felicidad tienen como contrapartida el derecho a una muerte digna?
El riesgo está en que se les atribuye, además, la presunta capacidad para descubrir la verdad o la razón jurídica.
Mirar la paciencia y la esperanza de las personas que trabajan y se esfuerzan pese a todo devuelve el optimismo y renueva el sentido de solidaridad.
(...) vivimos al ritmo de los acontecimientos, al paso que marcan las urgencias por cerrar el mes... y ver televisión.
Muchos daños ha causado el populismo. El principal, transformar el engaño en sistema y la mentira en método.
Lo penoso es que se ha habituado a los “pueblos” a la falsificación de la historia, la economía y el derecho.
No puede haber Estado de derecho si la actitud general es considerar a la ley como estorbo y a los principios como prejuicios de viejos.
Hay días en que las negaciones nos abruman y las mentiras nos confunden. Entonces, la vida parece una cuesta brava...
¿Qué instituciones puede haber sin el sustento de la ética, la lógica, el sentido del deber y la responsabilidad?
¿Cuándo cedimos el espacio a los mercaderes de las ideas, a los mentirosos de profesión, a los charlatanes de feria?
¿Para qué sirven los asambleístas si la población debe asumir la tarea que ellos no cumplen?
La palabra es el reverso del silencio. Es derecho y obligación.
(...) pasa por una ética que se queda sin piso, por unos valores que se derogan y unos escrúpulos que se extinguen.
(...) el apogeo de las masas generó el socialismo, el fascismo y el nacionalsocialismo, doctrinas políticas totalitarias...
¿Será posible que las élites se restauren, que las nuevas generaciones asuman semejante reto...?
Lo que legitima el poder, lo que sustenta las funciones del Estado es el servicio. Sin servicio no hay legitimidad.
(...) no hay cultura política, no hay tradición republicana ni respeto a las instituciones y a la ley.
Responsabilidad de cada cual, y de todos, en la tarea que reconstruir un país en que sea posible la paz.
Puedo equivocarme, pero no he escuchado nada. Y la nada es ahora un enorme vacío para el país. Y es otra forma de acentuar el desaliento.
No soy quiteño. Me atrevo, sin embargo, a criticar a la ciudad que me acogió, porque ya no la reconozco.
Inaugurar acuerdos públicos, transparentes y de largo aliento es tarea que implica muchas renuncias.
Enormes responsabilidades, señor presidente. Enormes esperanzas de mucha gente.
Es fuente de enriquecimiento, a menos que el poderoso practique una ética incuestionable.
Que asesores sin rostro metan las narices en todo, vendan sus ideas e intereses y hasta propongan los perfiles políticos de un país resulta injustificable.
Creo que aún es posible hablar del país como asunto de todos y como argumento de la vida de cada cual.
Se quedaban con la convicción de que las certezas no eran perfectas ni definitivas, de que no cabían los dogmas...
Se cae el país que no supimos ni entender ni defender, mientras prosperan las declaraciones inocuas de un gobierno inútil.
En eso, precisamente, consiste la abdicación de la capacidad crítica, el sometimiento a lo que nos cuentan...
La sociedad necesita un mínimo de creencias que vinculen a la gente, en las que, de algún modo, concuerde cada persona.
Estamos eligiendo un gobierno transitorio, que apenas tendrá tiempo para enfrentar los temas de la violencia...