A muchos causó sorpresa el voto del presidente de la Asamblea Nacional, Virgilio Saquicela, a favor de la destitución del presidente de la República, Guillermo Lasso, planteada por el correísmo cuando días atrás se había dicho que este debía mantenerse en el cargo. Él tiene sus razones y otros sectores políticos hablan de presiones a todo nivel.

Lo que empujó a Saquicela a tomar esa decisión fue el rompimiento abrupto del Gobierno al proceso de diálogo que se sostenía con la dirigencia del movimiento indígena desde el fin de semana y que estaba, según él, a un paso de resolverse y levantar el paro nacional.

Virgilio Saquicela, presidente de la Asamblea, votó a favor de destituir a Guillermo Lasso

En entrevista con EL UNIVERSO, sostiene que su “obligación moral” lo llevó a ser un facilitador de ese diálogo entre el Gobierno y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que mantenía en zozobra al país por dos semanas, que en todo ese proceso de diálogo el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, participó y luego de tres reuniones el régimen salió a desconocer el liderazgo de la persona con quien había avanzado en dar respuestas a sus demandas; es decir, Leonidas Iza. Esa fue una actitud negativa, anota.

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Como facilitador del diálogo, explica que no tuvo ninguna relación de desequilibrio ni a un lado ni al otro, a tal punto que el moderador de ese encuentro fue el sacerdote custodio de la Basílica del Voto Nacional. El único compromiso asumido por el presidente de la Asamblea, la presidenta del Consejo Nacional Electoral y el defensor del Pueblo fue ser garantes de que se cumplan los acuerdos a los que lleguen las partes.

En la votación de la moción de destitución, Saquicela afirma que lo que hizo fue someterse al trámite legal y evacuar todo lo que establece el procedimiento como permitir que los 109 inscritos ejerzan su derecho a debatir y además el presidente de la República pidió la actuación de dos pruebas, a las cuales se dio lectura en la sesión del martes y se cerró el debate.

Ya al ejercer el voto cada uno es libre, añade Saquicela, pues si hubiese votado en contra de la destitución tal vez otro sector lo habría cuestionado, tal como lo hace ahora el oficialismo por votar a favor; si hubiese votado abstención, igual habrían surgido críticas.

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“Yo tomé una decisión para mí, porque es verdad que el país vive circunstancias de conmoción social y de crisis política interna, y obviamente siendo testigo de que el Gobierno abandonó la mesa de diálogo”, afirma el titular de la legislatura, y reitera que esa actitud del régimen lo empujó a definir su voto.

Insiste en que el Gobierno tiene que sentarse a dialogar con el movimiento indígena porque están a un paso de llegar a un acuerdo y con ello se puede prevenir cualquier situación en las horas y días venideros como la amenaza de las marchas y el uso de la fuerza pública, por el otro lado. Si creen que el diálogo debe ser con otros interlocutores no es problema, anota Saquicela, pero deben hacerlo.

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Presidente de la Asamblea, Virgilio Saquicela, ya no es un interlocutor válido para el diálogo, aseguran desde el Gobierno y piden que se abran vías para retomar conversaciones con la Conaie

Que respeta las críticas de los ciudadanos e incluso las que vienen manipuladas “de algunos sectores intentado buscar un distractor respecto al fondo del asunto, que es el diálogo y la solución a un problema”, precisa.

Saquicela no quiere revelar si recibió presiones para alargar más la sesión antes de votar e incluso esperar las 72 horas una vez cerrado el debate, pero hay legisladores que señalan que el sector correísta y afines pedían más tiempo para lograr convencer a más asambleístas y reunir los 92 votos.

Mireya Pazmiño, del grupo de rebeldes de Pachakutik, señala que el presidente de la legislatura debe ser cuestionado, porque personalmente le pidió esperar las 72 horas, para alcanzar a revisar cientos de hojas que adjuntó como pruebas de descargo del presidente Lasso, y solo otorgó 24 horas, y tampoco se adjuntó oportunamente la resolución planteada por el legislador Fernando Cedeño (UNES).

Solicitó un punto de orden, pero no se dio paso, pues su intención era esperar un poco más de tiempo “para ver cómo se va presentando el panorama luego que el Gobierno desconoció al presidente de la Conaie y llamó a una confrontación entre las comunidades y los pueblos”.

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Revela que tenía la moción lista para pedir que otorgue más tiempo y que la bancada de UNES estaba en la misma línea, que incluso hizo una llamada telefónica, pero que Saquicela se negó, y que le dijo que su decisión estaba tomada.

Pazmiño explica que Saquicela votó por la destitución de Lasso porque sabía que no había los votos, pues apenas vio que votaron en contra los socialcristianos y una parte de la ID, “sabía que no teníamos apoyo”. Para superar este problema el Gobierno tiene que sentarse a dialogar, si no pedirán y presionarán la renuncia del presidente, advierte.

El socialcristiano Esteban Torres rescata el rol de Virgilio Saquicela en haber logrado el único momento que se sentaron el Gobierno y los manifestantes a dialogar. Lo que no le gustó al presidente de la Asamblea es el rompimiento del diálogo, y eso de alguna manera motivó su voto en el pleno, asegura.

Por un lado, añade, acusaban a Saquicela de gobiernista por llamar a votar el día martes y no esperar los tres días que pedían los correístas y otras bancadas, y ahora le dicen correísta por votar sí, “así es la política”.

Torres aclara que el voto a favor de la destitución, incluso de la bancada de UNES, no es golpismo, sino una aplicación legal y constitucional que desde otras bancadas la vieron como inconveniente. “Golpismo es lo que se está dando en las calles con acciones subversivas y terroristas que asedian a la ciudadanía”, indica.

La legisladora Wilma Andrade de la Izquierda Democrática también aplaude todas las posibilidades de diálogo, pero en este momento para el Gobierno no hay confianza de que Saquicela siga como facilitador de esa negociación, porque apoyó la destitución del presidente y tienen que buscar otros actores.

Algunos legisladores hablan de que había un plan para lograr que la votación por la destitución se demore al menos un día más y ejercieron presión sobre el presidente de la legislatura, pero que él mandó a votar pese a duras críticas del sector proponente de la moción. Un día más podría haberse activado más confrontación y violencia en las calles, y por ende otro hubiera sido el resultado de la votación.

Ana Belén Cordero, del sector oficialista de CREO, dice que para el correísmo era importante el tema tiempo porque las denuncias, no oficiales, sobre la “mujer del maletín” en la Asamblea fue de preocupación para el Gobierno. Y para el bloque UNES, mientras más pasaban las horas y los días había más oportunidad para que se consume la destitución del mandatario.

Incluso, cuenta ella, uno de los legisladores de la Bancada Acuerdo Nacional (BAN), Augusto Guamán, renunció al bloque durante el debate sobre la destitución del mandatario, y en el caso de Mariano Curicama (Chimborazo) fue presionado por unas 200 personas que rodearon su casa en el momento de la votación.

Para Cordero, la conducción de la sesión por parte de Saquicela no estuvo mal, pero “sí vi mucha presión, porque nunca en la vida parlamentaria se da la palabra a tantas personas, y la también la forma de conducir fue distinta porque no es una persona de alargues, sino que es más eficiente”.

Entiendo que quería curarse en sano en cuanto a la parte jurídica y respeto parlamentario”, sostiene la legisladora oficialista, pero que eso se vio manchado con los escándalos de estar comprometidas cuatro curules para votar a favor de la destitución. (I)