Que sepa convocar a todas las fuerzas democráticas para juntos articular un gran acuerdo nacional que saque al país de la crisis política y permita atender rápida y efectivamente sus problemas económicos y de inseguridad. Ese debería ser el norte de quien resulte elegido como presidente de la República, según cuatro analistas consultados por EL UNIVERSO en vísperas de los comicios de este domingo, 20 de agosto.
Ecuador irá nuevamente a las urnas para escoger a quien será el decimosexto mandatario desde el retorno de la democracia en 1979, pero que ejercerá su mandato solamente durante 18 meses. Esto porque el actual proceso electoral se deriva de la muerte cruzada decretada por el mandatario Guillermo Lasso, por la cual disolvió al Parlamento y se adelantaron las elecciones presidenciales y legislativas.
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La Constitución de la República señala que tanto el nuevo jefe de Estado como la nueva Asamblea Nacional completarán el periodo de los cesados, o sea, que dejarán el poder en mayo del 2025, cuando se posesionen la nuevas autoridades. Se trata entonces, según los analistas, de un gobierno de transición entre la crisis de gobernabilidad de los últimos meses y un nuevo ciclo político-electoral formal.
Desde el retorno a la democracia, el país ha estado en dos ocasiones sin Parlamento
Roberto Aspiazu, historiador y periodista, refiere que las transiciones gubernamentales vividas antes del retorno a la democracia usualmente marcaban el paso de los regímenes dictatoriales a los civiles. Fue el caso de Clemente Yerovi Indaburu, en 1966, a quien los militares le encargaron el poder hasta que se instaló una Asamblea Constituyente que, a su vez, designó como presidente a Otto Arosemena Gómez.
Ya desde 1979 hubo gobiernos interrumpidos por tragedias, golpes de Estado o mecanismos democráticos que dieron lugar a gobiernos considerados como transitorios por su corta duración.
En los casos de Oswaldo Hurtado, Gustavo Noboa y Alfredo Palacio funcionó la sucesión prevista en las constituciones de la época. El primero reemplazó a Jaime Roldós, que murió en un accidente de aviación; el segundo, a Jamil Mahuad, que fue derrocado por una asonada protagonizada por grupos indígenas y militares; y el último relevó a Lucio Gutiérrez, cesado por el Congreso Nacional. Todos completaron los periodos para los cuales fueron elegidos en binomios con los mandatarios ausentes.
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Fabián Alarcón gobernó como presidente interino, una figura inexistente en la carta magna vigente entonces, luego del golpe de Estado contra Abdalá Bucaram. En este caso no se respetó la sucesión presidencial a favor de la vicepresidenta Rosalía Arteaga.
La que ahora vive el país, en cambio, fue consecuencia de la aplicación de la muerte cruzada, que es una figura contemplada en la Constitución de Montecristi. Y a diferencia de los exmandatarios ya citados, el próximo será elegido directamente en las urnas por los ecuatorianos.
Aspiazu considera que el nuevo Gobierno debe empeñarse en acercar las posiciones políticas y que pueda llevar a efecto el “encuentro” que no consiguió Lasso.
“Las divisiones se mantuvieron inalterables y desde el comienzo no hubo condiciones de gobernabilidad que permitieran cumplir con un plan de gobierno”, señala el analista, quien sostiene que este diálogo nacional debe enfocarse principalmente en definir cómo se afronta como sociedad el problema de la narcopolítica.
Y reconocer su condición de transitorio es, precisamente, lo primero que tiene que hacer quien resulte electo, refiere la exviceministra de Gobierno y académica Ana Changuín. “Porque así podrá asumir de manera responsable su gestión de apenas 18 meses”, dice ella.
En este corto tiempo, agrega, el nuevo gobernante tiene que trabajar por lo menos en dos frentes: provocar un gran acuerdo de gobernabilidad con la Asamblea Nacional, porque este espacio será crucial para la implementación de una agenda de prioridades potente y de rápida ejecución; y ejecutar acciones rápidas en materia de seguridad desde esa agenda mínima.
“El nuevo presidente debe admitir que no todos los proyectos que ofreció en campaña van a poder ejecutarse (...). Recordemos que tiene un presupuesto prorrogado y que, en principio, tendrá que desenvolverse con los planes y políticas que deja Lasso, aunque la agenda de seguridad sí debe reformularse”, opina.
Changuín señala que todos los aspirantes “le quedan debiendo al país” la presentación del equipo ministerial con el que van a trabajar, y que es aquel que deberá llevar adelante los procesos de diálogo para ejecutar los planes de trabajo del nuevo Gobierno, en un ambiente de reconciliación y paz.
Contra Guillermo Lasso se impulsaron casi todos los recursos constitucionales para sacarlo del poder
El analista y exasesor legislativo Lenín Polanco coincide en que el próximo presidente debe convertirse en un “agente de convergencia”, luego de una época de convulsión política y social, para arribar a un puerto seguro en el 2025.
Para ello, sugiere que este convoque a “una mesa de unidad a las fuerzas políticas democráticas, no totalitarias, para tomar lo mejor de sus planes de gobierno y tratar de incorporarlo al suyo” en los 18 meses de gestión.
Luego, que dé un mensaje de transparencia al país en materia de seguridad buscando que se esclarezcan los crímenes políticos cometidos en los últimos meses, como el del alcalde de Manta Agustín Intriago y el del candidato presidencial Fernando Villavicencio.
Finalmente, ya en el campo de la gestión pública, tomar medidas urgentes para generar empleo y estabilidad económica, así como aprobar reglamentos de leyes represados.
En tanto, el sociólogo Simón Pachano es un poco pesimista respecto a las posibilidades reales de generar una tregua política en Ecuador para trabajar en los temas urgentes: seguridad, reactivación económica y atención social a los sectores más vulnerables, en principio.
“Los actores políticos no están dispuestos a hacer acuerdos aún en estos temas graves (...), porque no hay una visión a largo plazo, comprometida con los intereses del país; porque la política es oportunista: que el otro fracase para llegar yo; porque hay corrupción... Hay muchos factores”, lamenta.
Pachano considera que lo único que permitiría lograr un acuerdo nacional es que el mandatario electo exprese su decisión de no postularse en el 2025.
Para el analista, fue un error de la Asamblea Constituyente establecer que el mandatario electo tras la muerte cruzada solo concluya el periodo presidencial de cuatro años. A su criterio, debería iniciarse un ciclo completo. “Esto genera un escenario de ingobernabilidad, porque en este corto tiempo no se puede hacer nada”.
La disposición constitucional refiere que el presidente elegido para cuatro años puede decretar la muerte cruzada hasta el tercer año de su mandato. Si lo hiciera al filo de ese plazo, y considerando que la organización de comicios anticipados toma unos seis meses, su sucesor gobernaría solo seis más. (I)
Los mandatarios transitorios o encargados del poder en Ecuador en el siglo XX
Carlos Freile Zaldumbide: diciembre de 1911-marzo de 1912
Coronel Luis Larrea Alba: agosto-octubre de 1931
Alfredo Baquerizo Moreno: octubre de 1931-agosto de 1932
Carlos Freile Larrea: agosto-septiembre de 1932
Alberto Guerrero Martínez: septiembre-diciembre de 1932
Abelardo Montalvo: octubre de 1933-agosto de 1934
Manuel María Borrero: agosto-diciembre de 1938
Carlos Arroyo del Río: noviembre-diciembre de 1939
Andrés Córdova: diciembre de 1939-10 de agosto de 1940
Julio E. Moreno: 10 de agosto-31 de agosto de 1940
Clemente Yerovi Indaburu: marzo de 1966-noviembre de 1966.
Fabián Alarcón Rivera: febrero de 1997-agosto de 1998. (I)