Comar Bites surgió de las reuniones domingueras entre un chef y un abogado amante de la cocina, en medio del confinamiento inicial por la pandemia del COVID-19, entre marzo y junio del 2020.

El nombre proviene de invertir las sílabas del nombre de uno de sus creadores (el chef mexicano Marcos Campos) más la palabra mordida en inglés. “Lo acepté porque era pegajoso y sonaba bien; era un logo que ya se tenía preparado”, dice Carlos Hurel, ecuatoriano que comparte el estudio de casos judiciales con la entrega a domicilio de hamburguesas.

Ambos, de 31 años de edad, terminaron con la creación de la receta en junio del 2020 y empezaron el mes siguiente con la Comar Smash Burguer, que tiene doble carne y queso chédar, mayonesa de la casa, cebolla caramelizada y pepinillos a $ 3,99 (aparte del costo del envío, que lo calcula una plataforma digital que emplean según la distancia), un precio que se mantiene.

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El negocio empezó con una inversión de $ 3.000 en una freidora, una plancha más la folletería. La atención es de miércoles a domingo, de 18:00 a 22:00, todo de forma digital. Hasta esta semana ocupan una cocina instalada por la hermana de Hurel, quien tiene un negocio de cáterin y solo la usa hasta el mediodía.

Al inicio recibían los pedidos a través de los perfiles en Instagram (que ha pasado de 150 en los primeros dos meses a casi 10.000 seguidores en la actualidad) y Facebook que crearon. Ahora funcionan con una plataforma digital (Spoonity), con la que tras un pago bimensual o anual, que no depende del volumen de ventas, ofrecen a sus clientes un proceso de compra simplificado, seguro y directo al que se accede mediante un hipervínculo que publican en sus redes sociales.

El pago es mediante transferencia bancaria, tarjeta de crédito o en efectivo al llegar el pedido a casa.

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Ellos mismos manejaban los perfiles y regalaron el producto a conocidos con alto número de seguidores para que difundieran y lo recomendaran. Luego empezaron a comentar sin buscarlo y se fue creando una bola de seguidores.

Es cíclico. Hay semanas en que el número de seguidores aumenta en 400, luego se detiene y de ahí se retoma. “No son bots (agentes programados) ni cuentas falsas. A partir de allí fuimos creciendo. Ahora vendemos 500 semanales, en promedio; pero, al comienzo, vender 20 era algo que nos alegraba”, dice Carlos, quien reconoce que los primeros meses son duros y no se ve rendimiento económico pese al tiempo que se destina.

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Pero tras el primer año, cumplido en julio del 2021, quedó una utilidad que ambos invirtieron en un local que inaugurarán la semana próxima en el centro comercial Buena Vista Plaza, de la avenida Samborondón.

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“Nos enfocamos en hacer la mejor hamburguesa de Guayaquil, ese es nuestro objetivo. Siempre me ha gustado el tema de cocinar y las parrillas”, afirma Carlos, quien es amigo de Marcos desde que ambos tenían 14 años de edad, cuando estudiaban el colegio.

La apertura del restaurante se decidió tras un estudio de mercado sustentado en la salida del producto y en los pedidos de sus clientes, quienes les solicitaban disfrutar de las distintas hamburguesas sentados en un local.

Un community manager se ha sumado a la planta de tres personas de Comar Bites con el fin de que maneje los perfiles en redes, mientras Marcos y Carlos se encargan de dirigir la cocina y observar que los pedidos salgan con la mayor calidad posible.

El número de empleados subirá a diez con la apertura del negocio, para el que sumaron a dos inversionistas que escogieron de forma minuciosa y con los que solo son socios en el restaurante.

“Al inicio nosotros mismos manejábamos las redes sociales y tomábamos las fotos; pero después dijimos que, si queremos que funcione, pues, necesitamos contratar a alguien que conozca de esto, porque la publicidad la tienes que sectorizar, hay que enviar el mensaje adecuado, y eso nos ha servido de mucho”, indica Carlos, conocido como Carlucho por sus amigos.

Los dos socios se percataron de que no podían hacerlo todo sin descuidar la calidad del producto y la atención. Una de las claves para escalar, cuenta Carlos, es definir precios competitivos tras un estudio de mercado. “Analizamos y probamos productos, buscamos proveedores, ‘este queso o carne me conviene’, y a partir de eso hallar un equilibrio para ver cuál nos da el mejor resultado para nuestra hamburguesa, con el objetivo de no inflar el costo final al consumidor”.

La idea del restaurante se plasmó en un moodboard (panel de palabras, colores, formas y fotos) que presentaron a un diseñador para que con ese concepto, pues, lo confeccionara ya físicamente. Ninguna decisión o acción la han dejado a la deriva.

La apertura del local requirió la constitución de una empresa con los cuatro socios. “Ventajosamente está la Ley de Emprendimiento e Innovación (aprobada y en vigencia desde febrero del 2020), que ahorra costos de inscripción y notaría. Aprovechando que soy abogado, pues, la creé en tres días y, a partir de eso, hacer todos los trámites, como abrir la cuenta bancaria. Se llama Sociedad de Acciones Simplificadas; es un proceso muy amigable para emprendedores. En los permisos municipales sí estamos detenidos aún, porque allí sí necesitas tener el local hecho para la inspección de bomberos”, afirma Carlos.

Las discrepancias entre socios se arreglan en el momento, separando la amistad de los negocios y definiendo bien los roles. (I)