El populismo político tiene un correlato ambientalista. Para defender su tesis de mantener el petróleo en el subsuelo en el Campo ITT/Bloque 43 construye un discurso apocalíptico que solo existe en su imaginación febril. La realidad es que la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní se viene cumpliendo desde hace muchos años, con sujeción a normas de estándar internacional que se monitorean con el apoyo de tecnología de punta.

De su chequeo, se desprende que ni una sola especie animal o vegetal de la selva amazónica se ha extinguido como consecuencia de la intervención humana que, si bien conlleva un impacto, puede mantenerse acotada y bajo control. Las propias comunidades de las etnias quechua y huaorani –que además se benefician del trabajo y los programas de asistencia social de Petroecuador– se ocupan de mantener el cuidado de su hábitat ancestral.

Con preocupación, 16 de estas comunidades reunidas en asamblea se pronunciaron unánimemente a favor del no en la consulta popular.

Un llamado de atención a la Corte Constitucional que no tomó en cuenta su parecer al convocar una consulta de ámbito nacional. Y más allá de la pregunta que maniqueamente induce el voto por el sí, lo cierto es que este debate extemporáneo le resulta ajeno y de poco o ningún interés a las grandes mayorías. Hay total desconocimiento sobre la consecuencia de contraer, eventualmente, un punto del PIB a la economía nacional.

Respecto a otros argumentos del populismo ambientalista: que el Campo ITT apenas produce 148 millones de dólares de renta anual, que el Ecuador petrolero se extinguirá inevitablemente en 2027 y que extraer un crudo pesado/basura es costoso, son una sarta de falsedades sin sustento técnico.

De acuerdo con el reciente estudio del Observatorio de la Política Fiscal, el yacimiento produjo 18,5 millones de barriles en 2022, que a un precio promedio de 82,7 dólares representó un ingreso bruto por 1.530 millones de dólares, que descontando un costo de producción de 17,7 dólares por barril, que significó 328 millones de dólares, dejó como saldo neto 1.202 millones de dólares. Los populistas siguen renegando de este ingreso.

Sobre el potencial petrolero del país, se estima que al presente se puede haber extraído apenas el 20 por ciento del total, luego de medio siglo de explotación. El problema es que la exploración y perforación de nuevos campos –exceptuando el Bloque 43 que fue descubierto por la Shell en 1947– no se ha venido realizando desde hace dos décadas. Pero es incorrecto que Ecuador vaya a dejar de ser un productor petrolero en el corto plazo.

En cuanto al excesivo costo de producción del crudo, está dentro de promedios de la región nororiental y al mezclarse con otros más livianos da lugar al crudo Napo de 16 grados API (medida de densidad del petróleo) que se transporta por el OCP (Oleoducto de Crudos Pesados) hasta de la Refinería de Esmeraldas. El inconveniente es que al refinarlo tiende a producir un exceso de residuo, que podrá ser transformado en gasolinas y diésel de alta calidad una vez que se construya la nueva planta de alta conversión.

El voto No debe ser un compromiso ciudadano para frenar a tiempo este salto al vacío. (O)