La Corte Constitucional ha emitido su dictamen negativo a la “Ley orgánica reformatoria para la atracción y fomento de las inversiones para el desarrollo productivo”, destinado a promover el desarrollo de zonas francas, presentado por el presidente de la República, de acuerdo con las atribuciones que, excepcionalmente, le concede el artículo 148 de la Constitución, que dice: “La presidenta o presidente de la República podrá, previo dictamen favorable de la Corte Constitucional, expedir decretos leyes de emergencia económica, que podrán ser aprobadas o derogadas por el órgano legislativo”. La Corte sostiene en su dictamen que no se consideraría de urgencia económica: “Este proyecto no constituye per sé una norma de urgencia económica en el escenario excepcional previsto en el artículo 148 de la Constitución”. Este planeamiento ha generado dudas y opiniones diversas acerca de si a la Corte le corresponde determinar si para la economía del país es o no urgente lo planteado por el presidente, y este artículo no pretende participar en la discusión de especialistas sobre el tema. Pero considero una coyuntura apropiada para que nos interesemos en conocer la realidad económica.

Según cifras oficiales presentadas en enero de este año y considerando el nivel de ingresos, la tasa de pobreza en nuestro país es de 25,2 %, la de extrema pobreza de 8,2 %. Esto se traduce en desempleo, falta de agua potable, alcantarillado, alimentación adecuada, atención a problemas de salud, desnutrición infantil, deserción escolar, vivienda precaria, escasez de oportunidades de formación profesional y de trabajo. Las consecuencias son visibles: niños y adultos que piden limosna en las calles, jóvenes víctimas de la tentación del dinero fácil que se convierten en pandilleros, sicarios, traficantes de drogas, rateros, estafadores, cuyo destino final es la cárcel o la violencia de la cual pueden ser víctimas o victimarios.

Frente a estas circunstancias, es imposible ignorar la importancia de una economía sana. La palabra economía se deriva de dos raíces griegas: oikos, que quiere decir hogar, casa, y nomos, que significa reglas, leyes, administración. Originalmente, se aplicaba a la administración del hogar. Hoy, la economía es una ciencia social que estudia la forma de administrar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades de las personas. En otras palabras, sigue siendo la administración del hogar, pero del hogar de todos los que habitamos en un territorio determinado. Y un hogar es un conjunto de personas que, unidas por parentesco o no, comparten la misma vivienda y se asocian para atender sus necesidades.

Si ubicamos esto en nuestra realidad, significa que todos formamos, deberíamos formar, un hogar que es el Ecuador y en el que, como lo indica un párrafo anterior, hay muchos que no están incorporados a los bienes y servicios a los que tienen derecho como nos lo recuerda la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si no lo percibimos así, quizás necesitamos, todos, incluidos intelectuales, empresarios y magistrados, ponernos en el lugar del 33 % de ecuatorianos que viven en pobreza y entonces entenderíamos mejor cuán urgente es tomar decisiones que lleven a cambiar esa realidad. (O)