En los tiempos electorales que vivimos ya son varios los candidatos que han propuesto disponer del dinero de otros. Claro, no lo dicen así. La candidata Luisa González, fiel a la tradición correísta de meter la mano en el bolsillo de otros, dijo que lo primero que hará para reactivar la economía es “traer los fondos de las reservas internacionales”. El candidato Xavier Hervas afirmó que prácticamente toda la Reserva Internacional (RI) es del Estado. Por otro lado, el candidato Yaku Pérez, afirmó que solo tomaría “una partecita” de la RI. Todo esto indica que la RI se ha convertido para muchos en una piñata sin dueño.

Lo que ha sucedido con el tratamiento de la RI aporta una lección de oro. Érase una vez que el sistema financiero ecuatoriano, ya dolarizado, funcionaba de manera fluida y sin sobresaltos durante diez años conforme las reservas bancarias eran administradas de manera descentralizada por cada actor del sistema financiero. Esto es, no había mandatos ni leyes que obligasen a los bancos a concentrar una porción considerable de sus reservas en el Banco Central del Ecuador (BCE).

En ese entonces, los políticos y autoridades no hablaban casi de la RI porque esta era gestionada de manera independiente por aquellos a quienes los dueños del dinero habían elegido para tal propósito. Cada banco se encargaba de gestionar las reservas para atender las necesidades de liquidez de sus clientes, sin descuidar la búsqueda de rentabilidad. En la historia del Ecuador dolarizado, las reservas bancarias usualmente han superado con creces el encaje bancario legal (actualmente entre 3 y 6 %) —porcentaje de recursos captados que deben estar en activos líquidos y depositados en el BCE—. Pero en un sistema en el que los banqueros no pueden valerse del BCE como prestamista de última instancia, como sucedía con el sucre, estos se volvieron más prudentes y las reservas han fluctuado entre un cuarto y poco más de un tercio de los depósitos a corto plazo.

No vaya a ser que el próximo gobierno encuentre una manera de utilizar esos fondos...

Cuando el dinero de la bonanza petrolera no le alcanzó al gobierno de la Revolución Ciudadana, Correa empezó a centralizar en el BCE el manejo de la RI desde 2009, con el argumento de que el Gobierno gestionaría de mejor forma la liquidez de los bancos privados. Lo que sucedió en la práctica es que el gobierno de Correa atendió sus necesidades de liquidez con el dinero de otros.

¿Por qué no es una buena idea ni viable traer $ 4.500 millones de la Reserva Internacional como propone un político?

Desde 2017, el gobierno de Moreno prohibió esa vía para financiar el gasto público y desde ese entonces se ha venido cubriendo el hueco creado por el correísmo entre 2014 y 2017. Para cuando Correa culminó su presidencia en mayo de 2017, los activos líquidos del BCE cubrían apenas el 29 % de los pasivos exigibles. Hoy, la cobertura ha llegado a un 60 % y ya se les hace agua la boca a varios aspirantes a Carondelet por gastar el dinero de otros.

Las autoridades salientes harían una gran contribución a la estabilidad financiera del país si nos devolvieran al statu quo de 2009, cuando las reservas bancarias se gestionaban de manera descentralizada. No vaya a ser que el próximo gobierno encuentre una manera de utilizar esos fondos, comprometiendo la estabilidad del sistema financiero y su capacidad para aumentar la oferta de crédito. De las consecuencias de gastarse la RI hablaremos la próxima semana. (O)