Si quisiera consultar la aplicación de la Ley de Tránsito ante determinado evento, si va a elaborar una imagen para publicitar un producto en las redes sociales, si necesita entender cómo el mercado se comporta y modelar las necesidades de los consumidores, aprender sobre cualquier cosa, llevar notas automáticas de las reuniones o hacer una presentación ejecutiva, lo puede hacer con inteligencia artificial (IA). La frontera de la inteligencia humana se puede expandir a niveles insospechados gracias a su poder de creador. Como bien afirma Chris Duffey, director de la firma Adobe, el único limite para la IA es la imaginación.

Se puede contrastar mejorar, facilitar, desarrollar las ideas y los trabajos que el cerebro humano genera y produce con las del cerebro de las redes neuronales, con las ideas y trabajos resultantes del pensamiento profundo que surge del poder de cómputo y la inmensa cantidad de información acumulada en la internet. En el ámbito empresarial hay preguntas viejas que se pueden responder de nuevas maneras: ¿Cuál es la naturaleza de las organizaciones? ¿Cuáles son las capacidades y recursos de la empresa que la vuelven única? ¿Cómo entender mejor un mundo complejo? ¿Cómo extender la frontera del valor hacia nuevos negocios y ventajas competitivas? ¿Cómo desarrollar productos más rápidos? ¿Cómo escalar en el mercado atendiendo a todos los clientes sin desmejorar el servicio? ¿Cómo reducir los costos de la operatividad? ¿Cómo hacer mas eficiente y efectivo el trabajo de los colaboradores? Hoy es imprescindible hacer estrategia y gestionar con IA.

Lo más sorprendente es que la IA va a potenciar la conversación como herramienta de gestión, lo que muchos autores de la neurociencias venían sosteniendo: las empresas son redes conversacionales donde el lenguaje crea realidades.

Como referencia, el Chat-GPT alcanzó 100 millones de usuarios en dos meses, pero el ranking latinoamericana publicado por el Cenia –Centro Nacional de Inteligencia Artificial de Chile– muestra que solo el 22 % de los ecuatorianos lo usan. Según PWC, las primeras empresas que están explorando y usando la IA son de servicios financieros, salud, educación, retail, computación, robótica y automotor.

Sin duda como toda tendencia emergente hay riesgos de distinta naturaleza –sociales, económicos, seguridad– que habrá que administrar. Sin embargo, es imparable. La velocidad de adopción es tan alta que no hay manera de quedarse afuera. No hay que tenerle miedo a la IA, lo que hay que tenerle miedo es a no utilizarla. No se trata de reemplazar lo humano, sino de potenciarlo. “IA no va a reemplaza a humanos, pero los humanos que la usen sí van a reemplazar a otros”, afirma Fei-Fei Li, científica de la Universidad de Stanford. La IA no es una amenaza empresarial, el competidor que la use sí.

Las paradojas del siglo XXI, mientras la IA avanza vertiginosamente en los negocios y el trabajo, los operadores políticos y sus instituciones aún discuten paradigmas del siglo pasado como la precarización laboral, quizás el foco podría ser cómo nos volvemos un país líder en IA. “El futuro le pertenece a la IA y el primer país que la domine será el gobernador del mundo”, como dice Vladimir Putin. (O)