Pronto se cumplirá un mes desde que la nueva administración municipal y demás autoridades electas emprendieron sus funciones. Y como era de esperarse, hay una evidente inyección de optimismo en los ciudadanos. Tal vez lo necesitábamos tanto. Tal vez los guayaquileños esperamos demasiado o tal vez nuestro espíritu resignado se acoge a cualquier esperanza mínima de cambio.

Lo que nadie puede negar es que el alcalde Aquiles Álvarez tiene un plan de trabajo que contempla muchas de las demandas ciudadanas. Hay que ir por partes. Empecemos con el primer mensaje que el alcalde nos envía desde su inicial día de trabajo, su entrada: 06:30. Creo que es el signo de la premura, de la urgencia, de todo lo que se debe emprender para devolverle a Guayaquil su rostro ciudad. Quienes somos madrugadores insignes nos sentimos identificados con esta cualidad un poco inusual en contextos como el nuestro, donde todo se deja para después, donde las responsabilidades se resuelven a último momento.

Hace rato que las principales calles de la ciudad son zonas de peligro tanto para peatones como conductores. En el horizonte urbano no hay vía que esté libre de baches o cráteres que dificulten el tránsito. Nunca se sabrá con seguridad por qué tardaron tanto en repararlas. Por qué incomodaron tanto a las personas e hicieron caso omiso a los cientos de demandas con respecto a esta realidad tan evidente. Sobre todo, porque es habitual que los municipios se encarguen de algo tan básico como el mantenimiento de las vías. Y digo esto, porque en menos de quince días observamos un cambio evidente en las reparaciones viales. La organización de la Dirección de Obras Públicas ofrece una gestión prometedora, sorprende que el sentido común impere en las decisiones del cierre de vías y porque hasta en el pasado feriado de mayo hubo trabajos de asfaltado: se buscó facilitar el tránsito y movilidad cotidiana.

La visible cercanía del alcalde con los usuarios de redes sociales ha sido lo más comentado en estas semanas. Punto a su favor, pues actualmente muchas de las denuncias ciudadanas se amplifican en los espacios de la virtualidad. Su interacción directa y atención inmediata devuelve el olvidado protagonismo a la comunidad. Las denuncias enfatizan una vez más el estado de olvido de nuestra urbe. Solo con revisar las fotos se constata cómo el descuido de la mayoría de los sectores de Guayaquil ha sido habitual. Si nos ponemos a revisar muchas de las quejas ciudadanas van de lo mismo: basura en calles, parques descuidados, vías de difícil acceso por problemas de asfalto, cuadras tomadas por la informalidad comercial o de simple abandono estructural.

Mi ilusión va de la mano de la cultura. Qué maravilla encontrar que los espacios públicos serán el escenario para concretar programas artísticos y que la Empresa Pública Municipal de Turismo tenga dentro de su principal interés promover la feria “libro x libro”, entre otros frentes que buscan activar y promover el circuito turístico. Nos llenamos de esperanza y confiamos en la renovación que se anuncia con el proyecto de la división distrital de nuestro puerto. Sin duda, Guayaquil espera. Y mucho. (O)