De lo que hemos podido ver hasta el momento del anuncio de un alto al fuego en el Medio Oriente, que esperamos se consolide, nos permite ensayar –casi diría aventurar– algunas apreciaciones. En esta ocasión, como en el pasado, la primera víctima de la guerra es la verdad.
Diría que se ha restablecido un equilibrio de fuerzas entre las grandes potencias, que se quebró cuando colapsó la Unión Soviética, y quedó vigente un mundo unipolar, dominado por Estados Unidos; la recuperación de Rusia como potencia mundial militar, y el surgir de China como potencia económica y militar, han dado término al mundo unipolar. Por supuesto que Estados Unidos sigue siendo una gran potencia, pero no la única. Las consecuencias de esta realidad, se empezará a apreciar en breve.
La situación en el Medio Oriente cambiará, porque Israel, quien, con el apoyo de Estados Unidos, era la fuerza militar predominante, que podía bombardear a todos quienes se le opusieran, se ha encontrado con un temible rival, Irán, el milenario imperio de Persia.
La OTAN, la que hasta aquí era considerada la mayor alianza militar, ha quedado un tanto relegada ante los hechos que vivimos en el Medio Oriente, y por su debilidad ante Rusia en la guerra de Ucrania. En mi opinión, y la de muchos, esa guerra nació por el deseo de la OTAN de incorporar a Ucrania a sus filas, debilitando a Rusia. Ojalá se encuentre una solución, principalmente con la declaración de la neutralidad de Ucrania, con su renuncia a la pretensión de incorporarse a la OTAN.
Lo del equilibrio de fuerzas, evidente ahora, hará más difícil la situación de Taiwán, independiente de hecho, no de derecho, desde que allí se refugió, con apoyo de Estados Unidos, el general Chiang Kai-Sek, derrotado en la Guerra Civil de China (1945-1949). Predominó su exaliado Mao Tse-Tung, quien impuso el comunismo, que hoy luce como un capitalismo de Estado. Luego de los últimos acontecimientos de Oriente Medio, parecería que se fortifica la posición de la China por recuperar Taiwán. China se ha fortalecido con el triunfo de Irán, a quien sostuvo en su enfrentamiento con Israel y Estados Unidos; le favorece inmensamente que se mantenga la libre navegación en el estrecho de Ormuz, vital para el mundo, pero más, todavía, para ella, donde tiene tantos intereses.
El equilibrio de fuerzas de las grandes potencias es conveniente para los demás países, pues disminuye la preponderancia, a veces la arbitrariedad, de los poderosos. Recuerdo que el presidente Donald Trump, en estos mismos días, se regresó hacia América Latina y preguntó con tono amenazante: “¿Y con quién están ellos?”. Antes exigía alineamiento, lo que podía ser sumamente negativo para Ecuador, quien necesita comerciar con todos los países del orbe, independientemente de ideologías.
El mundo del ayer luce agotado y hay que adaptarse a las nuevas realidades; se están dando cambios notorios, y continuarán dándose. De la capacidad de adaptación depende el futuro de las naciones. El Ecuador tiene que adaptarse, irremediablemente. Churchill dijo: “Exportar o morir”. (O)