El plátano en sus diversos tipos, barraganete, dominico y hartón, despuntaba en un amplio horizonte hacia la exitosa exportación atendiendo la demanda creciente de una vibrante población latina en varios lugares del mundo, en especial en los Estados Unidos, la Unión Europea, Chile con gran presencia migratoria en interminable aumento, complementada con los gustos de habitantes nativos que siguen aprendiendo a consumirlo con satisfacción, no solo en estado fresco cocido, sino a través de productos elaborados como chifles, tostitos, patacones, tortillas, sopas y más, en seductoras presentaciones. El consumo nacional también registra significativos crecimientos ahora en todas las provincias del Ecuador, sumándose a otras naciones donde ha adquirido la categoría de fundamental para la seguridad alimentaria de los pueblos.

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Según una encuesta permanente, se estima una superficie plantada de 145.000 hectáreas (INEC 2020), siendo Manabí la que registra mayor presencia y concentración en el cantón El Carmen (50.000 hectáreas), medio de subsistencia de miles de campesinos con predios de baja cabida (1 a 5 hectáreas), a cuya cabecera del mismo nombre los orgullosos manabitas la denominan la capital mundial del barraganete, variedad predilecta de los importadores, criterio basado en que de esa jurisdicción proviene el 60 % de las exportaciones, que ascendieron en el 2021 a 140 millones de dólares, ubicando al país en el segundo o tercer lugar del abastecimiento global.

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Tuvimos oportunidad de asistir a inversionistas dominicanos interesados en sembrar y exportar barraganete nacional para proveer desde sus supermercados los requerimientos de una población latina estimada en 10 millones de personas en solo sectores de Nueva York, Nueva Jersey y Florida, con gustos nostálgicos por la musácea, y nos comentaban que bastaría una modesta promoción para provocar el ascenso de la demanda que requeriría una producción tecnificada de 30.000 hectáreas a plantarse en zonas de la península de Santa Elena, cuyas bondades los atrajo con admiración. Se debe resaltar que República Dominicana es una importante suministradora de plátano, pero preferían el producto ecuatoriano. Luego desistieron de invertir argumentando inseguridad en el país, especialmente en la ley de tierras que en esos momentos se tramitaba en la Asamblea Nacional.

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Ocurre que la superficie plantada está en enorme riesgo por el avance desenfrenado de una enfermedad bacteriana conocida como moko, con síntomas parecidos al Fusarium bananero, que ha infectado casi todos los cultivos de El Carmen y sus zonas aledañas, que exige una movilización nacional para salvarlos, existiendo productos bioestimulantes de fácil manejo, de elaboración ecuatoriana, no dañinos con el entorno, recomendados para controlar el flagelo. Como si fuera poco, se han observado reveladores documentales de la terrible afectación de lluvias intensas y de larga duración acompañadas de vientos huracanados que han derribado plantaciones establecidas listas para cosechar, ocasionando reducción clara de la oferta exportable y de la provisión local para un pueblo que no encuentra substituto al delicioso plátano. (O)