La historia actual del Instituto de Higiene Leopoldo Izquieta es una aberración más del anterior Gobierno. Privó al pueblo del Ecuador de una institución ejemplo en América, que cumplía a cabalidad la parte científica de su objetivo, creada por el Congreso nacional en el mandato del presidente Arroyo en 1941.
Entre las múltiples funciones hacía vigilancia epidemiológica; producción de vacunas, sueros antiofídicos, antirrábicos; controles de calidad de alimentos, cosméticos. Pero el ‘sabio economista’ de manos ‘limpias’ emitió un decreto dividiendo el Instituto, creando una agencia reguladora de alimentos y cosméticos, y la parte científica la fue mermando en esa agencia creada como reguladora del control. El Gobierno gasta alrededor de $25 millones en ese laboratorio, y según algunas personas no funciona bien tal control. Hasta las caballerizas que se utilizaban para extraer el suero, se las fueron llevando con caballos y todo. El control epidemiológico está mermado, prácticamente no hay tal vigilancia en la actualidad.
El actual presidente antes de irse debe derogar el malhadado decreto de su antecesor, si quiere hacer algo bueno por la patria, hechos loables, y habilitar nuevamente otra institución tan necesaria para los pobres como es el Hospital Neumológico que tanta falta ha hecho en la actual epidemia del COVID-19, por las implicaciones pulmonares que conlleva esta peste. Y por último, no se siga burlando de los ‘viejecitos’, no los engañe más, hace un año se firmó el acta de pago a los jubilados, luego de luchar 10 años, habiendo fallecido ya más de mil ancianos. Ruego al presidente acepte humilde consejo: el país necesita dinero, no le tiemble la mano y firme la ley de extinción de dominio. Y esperamos la derogación del satánico decreto de la posesión de drogas. (O)
José González Williams, médico pediatra, Guayaquil