Al comentar, en Radio Democracia, el discurso del presidente Moreno en las Naciones Unidas, en el que condenó a los regímenes autoritarios de Venezuela y Nicaragua, recordaba yo la hazaña del conquistador Pedro de Alvarado cuando, en la Noche Triste, en la capital azteca de Tenochtitlán, llena de canales, al verse rodeado de enemigos, tomó una garrocha y con un salto espectacular alcanzó la otra orilla. Este salto a la otra orilla del presidente Moreno le hace mucho bien al Ecuador, pues rompe los lazos con el socialismo del siglo XXI, al que hemos estado atados por más de una década, hasta hace muy pocos meses, cuando el Gobierno actual apoyó la elección inconstitucional de una Asamblea Constituyente que anuló a la Asamblea Legislativa, permitió la reelección de Maduro y esclavizó al pueblo venezolano.

Hasta ayer, estábamos rodeados de países que nos miraban con recelo por el apoyo al Gobierno venezolano; ahora, este únicamente cuenta con el apoyo de Morales, en Bolivia; este salto de garrocha nos coloca entre los países democráticos de todas las Américas y de Europa. Protestamos tantas veces, durante una década, contra esta suerte de sumisión al chavismo, que no podemos menos que alegrarnos porque el Gobierno haya reconocido dónde están los verdaderos intereses del Ecuador. Se ha dado un paso muy importante, pero quedan muchos por dar para alcanzar el término del gobierno de Maduro, que tiene que ser la meta para que termine no solo la tragedia que vive el pueblo venezolano, sino también la nuestra, la de los países que tenemos que sufrir el éxodo de ese sufrido pueblo. Al discurso del presidente se ha sumado el que el Ecuador haya apoyado la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU instando al Gobierno venezolano a aceptar la ayuda humanitaria para aliviar el hambre, la desnutrición infantil, hechos que niega Maduro. Si a esto se añade la separación de la ALBA, el divorcio es completo. Otros países de América van más lejos: han demandado a Maduro ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. La aventura del otro socio de Maduro, Evo Morales, ante la Corte Internacional de Justicia, lo deja, asimismo, aislado. Es una aventura penosa a la que Morales ha conducido a Bolivia al demandar a Chile para que se lo obligue a sentarse a negociar una salida al mar. Carece de sentido querer obligar a alguien a algo que solamente puede salir de la libre voluntad; todo para alcanzar popularidad y prolongarse en el poder, como lo han hecho todos los socialismos del siglo XXI.

Se ha dado un paso muy importante, pero quedan muchos por dar para alcanzar el término del gobierno de Maduro, que tiene que ser la meta para que termine no solo la tragedia que vive el pueblo venezolano, sino también la nuestra, la de los países que tenemos que sufrir el éxodo de ese sufrido pueblo.

Esta condena a los regímenes sangrientos de Nicaragua y Venezuela le prestigia al Ecuador; pero continúa desprestigiándolo el mantener el asilo a Assange y, más todavía, el no revocar la nacionalidad ecuatoriana que le fuera ilegalmente concedida. Los ciudadanos exigimos conocer la verdad íntegra del proceso de nacionalización a este pirata informático. El presidente Moreno dijo que la decisión fue de la canciller de ese entonces. Así como han rectificado el error de apoyar a Maduro, hoy deben rectificar el otorgamiento de la nacionalidad a Assange.(O)