El cantar de las viviñas, los periquitos del Pacífico o las cotorras celestiales (Forpus coelestis) como se conoce a esta especie que vive en bandada se mezcla con el de un sinnúmero de aves que revolotean en las copas de los árboles del Bosque Seco Tropical Samanes I, un remanente de 1,8 hectáreas que sobrevive en medio de las casas de esta ciudadela, en el norte de Guayaquil.