El arquero que no comparte con otros la alegría del arco y de la flecha, jamás conocerá sus propias cualidades y defectos. Por lo tanto, antes de ponerte a buscar nada, búscate aliados: gente que se interesa por lo que estás haciendo.

No digo: “busca otros arqueros”. Digo: encuentra personas con diferentes habilidades, porque el camino del arco no es diferente de cualquier otro camino que se sigue con entusiasmo.

Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a quienes todos miran, ante quienes se deslumbran y de quienes afirman: “no hay nadie mejor”. Muy al contrario: serán aquellos que no temen errar, y sin embargo yerran. Por ello, su trabajo no siempre es reconocido. Pero es esa clase de persona la que transforma el mundo, la que, tras muchos errores, consigue acertar en algo que marcará un antes y un después en su comunidad.

Son personas que no pueden quedarse esperando los acontecimientos para después tomar la mejor decisión: ellos deciden a medida que actúan, aun sabiendo los riesgos que con ello corren.

Convivir con estas personas es importante para un arquero, porque este necesita entender que, antes de colocarse frente al blanco, debe ser lo bastante libre para cambiar de dirección a medida que lleva la flecha hacia delante de su pecho.

Cuando abre la mano y suelta la cuerda, debe decirse a sí mismo: “mientras abría el arco, recorrí un largo camino. Ahora suelto esta flecha con la conciencia de que he arriesgado lo suficiente y he dado lo mejor de mí”.

Los mejores aliados son aquellos que no piensan como los demás. Por eso, cuando busques compañeros para compartir con ellos el entusiasmo del tiro, sigue tu intuición y no te dejes llevar por los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los demás poniendo como modelo sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y temores. (O)

Tomado de El camino del arco (2008).