La típica mujer del siglo XXI no se parece a su madre. Nació y creció identificada con la tecnología de punta, abandonó el papel doméstico tradicional y se lanzó al mundo, a competir por un espacio que progresivamente lo fue sintiendo suyo, cada vez con más derecho. Por supuesto que tuvo que prepararse, y en ese campo no ha bajado la guardia: sabe que su puesto tiene que ganárselo día a día.