Esta historia recuerda a la de Arthur, el perro aventurero rescatado en Esmeraldas. Pero en esta ocasión el can protagonista no tuvo que cruzar el océano para tener una nueva vida, sino que se fue un poco más cerca, a la Argentina. El resultado es el mismo: un final feliz.

La historia de Boni inicia en Ayangue, en la provincia de Santa Elena. Era una perrita callejera de ese pueblo costero y con un futuro incierto, cuyo destino cambió por completo hace un año y medio cuando fue auxiliada por Ayelén, una joven argentina que recorría Sudamérica vendiendo artesanías. 

Boni -diminutivo de Bonita- fue golpeada por un taxi, por lo que la joven la llevó a un veterinario. "Afortunadamente solo tenía una contusión", indicó Ayelén al diario argentino La Nación, al tiempo de recordar que le administraron medicina para desinflamar la zona y un calmante para el dolor. "Cuando ya estuvo recuperada, empezamos a hacer caminatas diarias aunque cojeaba de la patita. Ella venía conmigo como si toda la vida hubiéramos estado juntas, la conexión que tuvimos fue desde el primer momento".

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Pasaron los meses y la joven tuvo que retornar a su país. "Me tengo que ir pero te prometo que en muy poco tiempo nos vamos a volver a encontrar", le dijo Ayelén con lágrimas en los ojos a su mascota adoptada, que tras recuperarse la acompañaba siempre en su trabajo.

Ayelén conversó con su novio y decidió que llevaría a Boni a vivir con ella a su casa en La Cumbre, provincia de Córdoba, en el norte de Argentina. El problema era el dinero para el traslado, por lo que en noviembre pasado emprendió una campaña en Internet para recolectar los fondos suficientes. 

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Tres meses le tomó a Ayelén y a su pareja poder cumplir con todos los trámites para que Boni pueda viajar. Fue revisada por un veterinario previo al viaje, recibió las vacunas necesarias y fue traída a Guayaquil donde el pasado 11 de marzo abordó un avión en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo rumbo al sur del continente. 

"Se despidió del mar y dejó el pueblo que la vio nacer, se fue sin mirar atrás, porque sabía que le esperaba una vida feliz (...) se crió sola, sin un hogar, sin amor, sin una camita caliente. A pesar de esas carencias de afecto y de lo que se podría llamar una educación de casa, ella es muy educada, se adapta a todo", indicó Ayelén, quien aseguró que en el pasado tuvo a otros perros, todos especiales, pero que Boni "tiene algo más allá de todo lo que puede expresarse con palabras". (I)