Casi casi la ficción se confunde con la realidad. Un estado de indolencia y falta de consecuencia: como cuando en un noticiario de televisión los locutores despotrican por el nivel de inseguridad que vive el Ecuador por tanto sicariato y tráfico, pero en sus espacios publicitarios anuncian el estreno de su próxima y exitosa narconovela.

Así está la situación en la bella Cuenca: indolencia e inconsecuencia a niveles de ficción.

En el más reciente hecho de violencia, el 25 de agosto pasado, Vinicio Bautista, de 52 años, ciudadano que había llegado de los Estados Unidos para instalar un negocio, recibió 54 puñaladas que le provocaron su muerte. El reporte del hallazgo se conoció cerca del mediodía, pero la revisión de las cámaras de seguridad del sector revelaron a dos policías ingresando al domicilio cerca de las 05:00. Viralizada ya la información, sin oportunidad para el espíritu de cuerpo, Fiscalía allanó las viviendas de los dos policías y el del conductor del patrullero, donde encontraron pertenencias de valor de la víctima y uniformes manchados con sangre: dos de ellos (Mario David N. y Cristian Paúl A.) quedaron detenidos por su participación directa en el hecho de violencia, robo y muerte.

... el ciudadano común va cayendo en la indefensión total. En la justicia por mano propia...

No hubo rueda de prensa. Ni bocaditos. Ni oficiales sonrientes mintiendo que “tras varios meses de operaciones de inteligencia…”. Ni abrazos con periodistas obsecuentes. Solo la ficción superando la realidad.

Pero esta suerte de inseguridad, que por generalizada no debe ser normalizada como ya está ocurriendo en reportes de noticiarios y redes, tiene antecedentes más fabulosos aún: dos días antes otro ciudadano fue hallado literalmente fundido en hormigón dentro de una enorme tina de baño de bronce, una de muchas de las antigüedades que coleccionaba y que tras su desaparición empezaron a ser vendidas por internet. Muy probablemente la muerte del coleccionista José Octaviano Tapia Uzcha, de 63 años, nunca será aclarada; será solo estadística.

Esa misma semana, un cuerpo decapitado flotaba sobre las aguas del río Yanuncay en el sector Barabón, donde en lo que va del año se han encontrado dos cuerpos más acuchillados hasta la muerte. De ellos solo sabemos que se investigan “para dar con los responsables” (vieja muletilla para anunciar que sobre el tema nada más se volverá a saber).

¿Más ficción? En pleno centro histórico un indigente murió acuchillado a unos 300 m del Comando de Policía. Lo único que el indigente tenía, su vida en las calles, le fue arrebatada de la forma más cruel e indignante.

Son algunos relatos de las más de 35 muertes violentas ocurridas en Cuenca en lo que va del año. Pero la mayor indolencia viene del Gobierno mismo que no atina a una respuesta clara y acción contundente para abordar el tema de la inseguridad de forma integral. Con sus prioridades enfocadas en políticas cuestionadas, inmerso en denuncias de corrupción cada vez más profundas, como las aduanas, ventas de cargos en ministerios y otro etcétera, el ciudadano común va cayendo en la indefensión total. En la justicia por mano propia, mientras la torcida araña los cargos y los puestos para sostener sus privilegios.

Así nomás. (O)