Después de la debacle fiscal y financiera que se percibía a punto de explotar desde mediados de los años 90 del siglo XX y los sucesos de los años 1998 y 1999, suspensión temporal de operaciones bancarias, con la consecuencia de absorciones y cierres de veinte entidades bancarias, el Ecuador pudo tomar aire y respirar con la dolarización decretada el 9 de enero del 2000.

Panamá, desde su independencia, 1904, tuvo nominada la moneda “balboa” con sola emisión fraccionaria, y circulación real de dólares norteamericanos, y El Salvador ya en el siglo XXI autorizó un bimonetarismo, el dólar y el colón salvadoreño, que de hecho dejó de emitirse.

Las elecciones del 20 de agosto del 2023, en el supuesto de segunda vuelta para la papeleta presidencial, debería dar origen a un gobierno para algo más de 18 meses, desde noviembre del 2023 al 23 de mayo del 2025. Sin embargo, hay anuncios de que se formularía consulta para que se decida convocar a Asamblea constituyente, a fin de modificar la actual estructura del poder, producir la vacancia de los titulares de los organismos de control y de otras entidades y designar sus reemplazos titulares o encargados, y la amnistía de “los perseguidos políticos”, a más de expedir una nueva Constitución y leyes específicas a voluntad de quien gobierne y su entorno, por los compromisos que adquiera. En este supuesto, lo más probable es que se modifique el periodo presidencial, como lo hizo Rafael Correa con la Asamblea y la Constitución de Montecristi (2007 – 2008).

A los gravísimos problemas de la caja fiscal, con caída de ingresos y de retardos significativos en transferencias y pagos pendientes, y con baja de saldos de divisas por caída en volúmenes y precios en exportaciones y porque deben hacerse importaciones no supuestas en años anteriores, se sumarían mayores gastos que, por ser para la ejecución de decisiones políticas, tendrían prioridad.

La moneda propia es susceptible de emisiones monetarias con el espejismo de “ahora sí

En las campañas no hay mención específica a la dolarización, cuyo sustento principal debe ser un correcto manejo de las finanzas públicas, del gasto, del endeudamiento y de la inversión. Antes del proceso electoral, algunos actores sí se han referido a una supuesta necesidad de recuperar un manejo soberano monetario, es decir, tener moneda propia, como lo fue el sucre en el Ecuador antes del año 2000.

En Argentina, año 1991, no hubo dolarización sino convertibilidad para detener la hiperinflación que ahogaba a ese país, siendo convertibilidad de un dólar igual un peso, respaldada por la reserva que se estableció. El pésimo manejo económico arrasó a la convertibilidad, que fue derogada en enero del 2002. La inflación en Argentina a junio 2023 estuvo por encima de 142 %, en cálculo anual y el tipo de cambio superó, en promedio, a 480 pesos por dólar.

La moneda propia es susceptible de emisiones monetarias que favorecen la expansión del gasto público, con el espejismo de “ahora sí hay dinero” aun cuando sus secuelas en semanas siguientes serán de devaluación e inflación.

¿Debería ser que los candidatos se pronuncien sobre cómo va a sostenerse la dolarización, o si debe irse a moneda “soberana”? (O)