Poseer y portar armas no es una solución, es un derecho de los ciudadanos. Lo es porque el derecho humano a la vida es el máximo y no existe si no va acompañado de la posibilidad de defensa propia. Esta debe ser proporcionada y eficaz, es decir, ha de ejercerse en relación a la fuerza de la amenaza. No se puede decirle al ciudadano que ejerza su defensa a pañuelazos mientras el enemigo está provisto de un arma. El Estado se vende diciendo que garantiza la seguridad y la justicia, lo que en la gran mayoría de casos no es verdad, aun en los países más avanzados en este sentido, el gobierno no puede poner un policía 24/7 a cada ciudadano. Con los derechos se nace, los gobiernos no pueden “concederlos”, en nuestro caso se ha devuelto a la ciudadanía, y solo parcialmente, una opción que todos tenemos por la mera razón de ser humanos.
La legalización no incidirá de manera importante en el incremento de homicidios. Las estadísticas demuestran que no hay relación numérica directa entre el número de armas y los homicidios en un país. Canadá y Uruguay, las naciones más civilizadas del continente, tienen altos índices de tenencia de armas y bajas tasas de homicidio. Con la más alta presencia de armas del mundo, Estados Unidos tiene menos homicidios por cien mil habitantes que nuestra ejemplar república. Claro que allí tienen el tema de las masacres indiscriminadas, pero su esquema estereotipado y repetitivo conduce a pensar que hay detrás de ellas un componente cultural que se desata en una ritualidad asesina. La criminalidad es un fenómeno muy complejo, con muchos factores que la generan, de allí que sea tan difícil de controlar. En esta línea de razonamiento podemos decir que una población inerme puede ser un acicate para el crimen, pero la abundancia de armas no es un disuasor forzoso.
Quince de cada 100 tienen un arma
Calma, esta semana de Pascua no saldremos a matarnos entre todos, pero no esperemos milagros como que la tasa de homicidios baje significativamente en los próximos meses. La tenencia y portación legal de armas es un derecho que debía devolverse por las razones éticas expuestas, pero para ser una medida eficaz contra la delincuencia, como creen muchos, o para evitar que nos lleve a la proliferación de incidentes mortales, como creen otros tantos, es necesario tomar medidas de control, no de prohibición, de control. En primer lugar, hay que implementar una amplia estructura jurídica que norme cuidadosamente el ejercicio de este derecho. Gran cantidad de personas querrá comprar armas legales, porque no se puede legalizar armas de origen dudoso. Los pocos negocios dedicados a comercializar armamento no darán abasto y autorizar indiscriminadamente importaciones masivas será muy peligroso. Indispensable que quienes van a portar armas hagan un curso sobre su uso, rindan pruebas sobre su pericia en su manejo y pasen un examen psicológico que demuestre su idoneidad para poseer un artefacto de este tipo. ¿Estamos preparados para esto, sobre todo en cantidades grandes? Que no cunda el entusiasmo, que no nos gane la precipitación. Vamos despacio para que no se vuelva atrás el importante paso que se ha dado y podamos disfrutar de sus relativos beneficios. (O)