Un sondeo realizado por la empresa Datanálisis en Guayaquil reveló que el 15% de 301 personas consultadas  tiene armas en su domicilio. De estos, el 18,30% tiene hijos y el 8,10% son mujeres. Según  la encuesta, el 71,80% de los que las poseen  respondió que no sabe manejar estos instrumentos.

El 15% de personas en Guayaquil posee un arma de fuego en su domicilio, pero de ellos solo el 28,20% sabe cómo manejarla, reveló una encuesta de la empresa Datanálisis, contratada por el Diario EL UNIVERSO.

Según estos porcentajes, 45 personas de un total de 301 consultadas por la firma consultora en este puerto aceptaron que poseen un arma de fuego en su domicilio. De ellos, el 18,30% son padres y el 18,60% tienen de 18 a 24 años.  El 71,80% no sabe cómo manejarlas.

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Del total de personas encuestadas por la empresa Datanálisis, el 7% (21 consultados) acepta que compraría un arma aún sin saber su procedencia.

La encuesta revela que el 50,5% de los consultados (152 personas) creen que es muy riesgoso tener un arma de fuego en la vivienda, frente al 4,7% (14 ciudadanos) que piensa que esto no es nada riesgoso.

De todos los consultados, el 66,4% (199 personas) indicó que usaría un arma dentro de su domicilio si ingresa un delincuente. El mismo número afirmó la utilizaría en la calle por seguridad personal.

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Francisco (nombre oculto) aprendió a convivir con el arma de su padre desde hace diez años, debido, asegura, al alto índice de delincuencia que hay en el Guasmo Sur de Guayaquil.

A sus 16 años, este estudiante de cuarto curso del colegio Provincia del Carchi, dormía junto a sus tres hermanos menores de edad la madrugada del lunes pasado, mientras sus padres asistían a un velorio, cuando escuchó pasos en el techo de zinc de su vivienda.

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Se despertó y vio a su hermana de 11 años llorando junto a la puerta de su casa. “Hay alguien afuera”, le dijo la niña aterrorizada. Francisco recordó que su padre guardaba un revólver calibre 38 en uno de sus cajones; lo tomó, salió a la ventana del inmueble y, al ver a un delincuente que intentaba saltar al patio, le disparó de frente.

“Pensé que lo había matado. Solo cerré los ojos y pensé en mis hermanos, primos, mi abuelita y mi tía, quienes descansaban en la casa”, relata.

Pero su corazón volvió a latir, dice, cuando vio que el sujeto saltó a la calle y corrió para protegerse. Él nunca había disparado antes, pero en esa ocasión las cosas fueron distintas.
“Si no lo hacía, el ladrón se metía a la casa y quién sabe qué hubiera pasado con mi familia”, reflexiona.

Le contó a sus padres lo sucedido y ellos le dieron la razón. “Sé que es menor de edad, pero solo defendió a su familia como hermano mayor”, manifiesta el padre de Francisco.

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Otro caso fue el que vivió Renata (nombre protegido). Esta vez  no utilizó su arma para defenderse de algún delincuente, si no que esta se disparó cuando cayó al piso.

“Estaba buscando algo arriba de mi armario y de repente sentí que algo cayó. No hice caso pero salté cuando escuché la detonación”, recuerda.

Luego del susto, ella miró al techo de su casa y vio un gran agujero. Renata y su esposo tienen una pistola 9 milímetros debido a que son propietarios de un almacén de joyas “y para que no nos roben debemos tenerla cerca”.

Mientras sonríe al recordar su experiencia, Renata acepta que no sabe disparar. “Ese día sentí la muerte cerca, pero solo fue un accidente. Ahora tenemos más cuidado y sabemos dónde la guardamos para que no la encuentren nuestros hijos”, expresa.

Los casos descritos anteriormente reflejan la falta de conocimientos en el manejo de armas para el núcleo familiar y los peligros que representa tenerla en  casa.

Una encuesta realizada por la empresa Datanálisis, a 301 personas en Guayaquil, reveló que el 15% tiene armas en su domicilio. De estos, el 18,30% tiene hijos y el 8,60% son mujeres entre 18 y 24 años.

En el sondeo se incluyó la pregunta sobre si sabe o no manejar armas. El 28,20% respondió que sí. De estos, el 8,10% son mujeres.

El psiquiatra Pedro Posligua Balseca asegura que  tener un arma en el hogar implica “una responsabilidad moral, la cual solamente puede estar garantizada cuando la persona tiene  alto grado de madurez emocional que le permita tener un buen juicio y criterio para no utilizarla indebidamente”.

Precisa que en un hogar hay personas con diverso nivel de madurez emocional que hace peligroso el ambiente porque los hijos “van a percibir como una cuestión normal el tener un arma de fuego en casa. Ellos no están preparados para diferenciar los momentos en que deben usarla”.

Agrega que antes de que las Fuerzas Armadas entreguen permisos de portar armas a los usuarios, deben hacerles exámenes psiquiátricos exhaustivos para determinar si  no tienen problemas de conducta ante el peligro.