A los nacidos en la última veintena del siglo XX se los llama la “generación millennial”, considerando que salieron al mundo con el inicio del nuevo milenio. Como ha ocurrido con otras generaciones, han sido marcados, aunque no determinados, por las circunstancias históricas. Este grupo lo ha sido por la irrupción de internet y los medios digitales. Desde cierto punto de vista esto resulta una situación afortunada, puesto que desde muy temprana edad han tenido acceso a volúmenes colosales de información, pero los mismos instrumentos han estereotipado y disuelto los conceptos.

Cuando pienso en el ensayista coreano Byung Chul Han, inmediatamente acude a mi mente Satoshi Nakamoto, el inventor del bitcoin. De este no se sabe si existe; el otro tiene una realidad física y da conferencias, muchos hablan de él y cada año edita escuálidos best sellers que lo han convertido en el más vendido del género, pero tiene en duda su existencia como “filósofo”. En una época en la que Asia oriental irrumpe con fuerza, provenir de esa región del mundo representa una ventaja. Pero sus ideas no son orientales, es formado en Alemania y dice que pensar en el idioma alemán le permite filosofar... la idea viene de Heidegger, uno de los filósofos a los que recurre con mayor frecuencia. Y no se queda allí, no cita, copia sin atribuir autoría, a Barthes, Baudrillard, Hegel, Foucault, Nietzsche, Derrida, Benjamin, Kojève, con demasiada frecuencia. Y no se piense que él no admite la posibilidad de hacerlo. Para eso sí recurre a sus raíces orientales. Uno de sus libros, Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China, explica que la visión asiática que tanto molesta en Occidente, respecto a la propiedad intelectual, a la copia de inventos y a la originalidad del pensamiento, está basada en el taoísmo y el budismo, así lo shanzhai no es una copia o imitación, a menudo de mala calidad, sino que en su contexto cultural, opuesto al occidental que cree en la idea del ser inmutable, no se concibe la esencia como algo dado, sino que se lo “deconstruye” mediante la imitación innovadora. ¡Lindo. Derrida y Lao Tse coinciden, entremos a saco en los libros de todos los filósofos!

Esta estrategia de yuxtaponer, ya que no concatenar, frases ajenas lo sitúa a plenitud en la edad de internet y los millennials. Eso constituye el 90 por ciento de la web, en la que también hay volúmenes de información coherente, pero son versiones digitales de los viejos formatos: libros, revistas, periódicos, películas, etcétera. Las frases sueltas de Byung Chul Han resultan ideales para postearse en redes sociales, aunque sus obras no consiguen estructurar propuestas relevantes. ¿Quizá es la influencia de Nietzsche, que parece su filósofo favorito, al punto de reconocerle muchos de sus aportes? El Solitario de Sils María solía decir que escribe en aforismos, pues no quiere ser entendido, sino aprendido de memoria. Aunque a Han no le falta una raya cínica, se mueve en un tono conformista y evocativo, penitencial diría, según el cual debemos sentirnos culpables por disfrutar de la tecnología y el industrialismo, pero no por eso dejar de consumirlos. (O)