Donald Trump ha subido de tono la rivalidad con China y está dispuesto a tomar medidas sin precedentes para castigar a países que considera pliegan a China. Esta semana anunció un arancel del 50 % a las importaciones del Brasil argumentando un superávit comercial brasileño, aunque en realidad EE. UU. es el del superávit.
Los verdaderos motivos son otros: China desplaza a EE. UU. como socio preferente del mayor país de Latinoamérica. Brasil y China estrechan su alianza estratégica, incluyendo un proyecto de un ferrocarril transcontinental al puerto de Chancay (Perú). Y Brasil es hoy sede de una reunión de los BRICS, que buscan una moneda que no sea el dólar para comerciar entre ellos. Pesa también la afinidad entre Trump y Bolsonaro, ambos de extrema derecha; Trump ve un paralelismo entre lo que enfrenta Bolsonaro y lo que él vivió después de perder su intento de reelección en 2020: un juicio después de una insubordinación que puede interpretarse como intento de golpe de Estado.
Ecuador necesita sostener excelentes relaciones con ambas potencias. Ecuador es aliado tradicional de los EE. UU., pero hoy China es el mercado de mayor crecimiento para las exportaciones ecuatorianas, en particular camarón. Además son empresas chinas las que se hacen presentes en los sectores petrolero y minero. Chevron y Occidental han sido reemplazadas por Sinopec, y la mayor inversión en minería del cobre es Tongling.
Washington evalúa qué arancel colocarles a las importaciones de cada país, y en principio Ecuador está en desventaja con competidores, en particular Colombia, Perú, México y Guatemala, por carecer de un acuerdo comercial que lo proteja. Pero Daniel Noboa tiene conexiones en el gabinete de Trump, estuvo en su posesión, lo ha ido a ver a Mar a Lago, y entre empresarios millonarios se entienden.
En cualquier momento llega la carta de Trump anunciando el nuevo arancel para Ecuador. Hay un buen augurio. El secretario de Estado, Marco Rubio, escribió al presidente Noboa reafirmando “los sólidos lazos entre los EE. UU. y el Ecuador. Desde la lucha contra la delincuencia transnacional hasta la promoción de los valores del libre mercado, nuestra alianza impulsa la seguridad y la prosperidad”.
Esta buena relación no le impidió a Noboa viajar a China y reunirse con Xi Jinping. De lo acordado, hasta ahora se conoce que China Power, casa matiz de Sinohydro, se hará cargo de la central Coca Codo Sinclair. Aún no se conocen detalles, y a algunos observadores preocupa que se estaría abandonando el arbitraje y receptando la obra antes de concesionar su administración. Pero es una decisión muy conveniente. Coca Codo Sinclair enfrenta gravísimos problemas, tanto las fisuras como la amenaza a la captación de aguas por la erosión de la ribera del río Coca. Ninguna indemnización que se logre en un arbitraje compensaría las pérdidas del colapso de la principal central eléctrica. Ahora China será no solo la constructora, sino también la operadora del Coca Codo, por lo que hará lo posible por salvar la obra y repararla. Si llegara a colapsar sería un devastador golpe a su prestigio internacional que la China no se lo puede permitir.
El Gobierno da muestras de poder desenvolverse particularmente bien nadando entre dos aguas. (O)