Tras el debate presidencial podemos sacar, al menos, dos conclusiones: primero, un Guillermo Lasso más consolidado con sus propuestas, su imagen y su capacidad para hacerle frente a años de opresión y corrupción; y, segundo, un Andrés Arauz debilitado, incapaz de responder y dar la cara ante circunstancias sospechosas del correato.

Cuando Lasso lo puso contra las cuerdas, Arauz prefirió guardar silencio y lanzar falsas acusaciones. Mentiras y más mentiras fue la única estrategia que usó para desviar la atención de cuestiones importantes. Aquí un resumen de esas mentiras.

Inició señalando que Lasso fue partícipe y culpable del feriado bancario del año 2000. Nada más lejos de la verdad, pues una misma comisión creada por Correa concluyó que no hubo participación y menos aún responsabilidad de Lasso. Si durante más de 10 años, Correa hizo y deshizo como quiso en las diferentes instituciones y con el control absoluto sobre los funcionarios, es evidente que no hubo forma ni la menor prueba alguna para señalar culpable a su principal rival electoral.

Arauz continuó señalando que Lasso nombraría a María Paula Romo como contralor general. Ante eso, hay tres opciones: o Arauz no conoce el procedimiento para nombrar al contralor, o cree (como fue normal en el correato) que el presidente puede hacer lo que le da la gana, o solo quiso engañar. Lo cierto es que de acuerdo a las leyes, el presidente no designa al contralor sino el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, casualmente, una mala invención de la ‘revolución ciudadana’.

Arauz siguió acusando a Lasso de tener dinero en paraísos fiscales. ¡Otra dosis de falsedad!; la verdad es que desde el 2017 cualquier ecuatoriano que postule para la Presidencia de la República está prohibido de tener dinero en dichos lugares. Si las palabras de Arauz tuvieran algo de verdad, el Consejo Nacional Electoral hubiese rechazado la candidatura de Lasso desde el inicio.

Por último, Arauz indicó que personas cercanas a Lasso ya se habrían vacunado contra el COVID-19, buscando aprovecharse del malestar ciudadano para, irónicamente, seguir engañando a los votantes. No solo que no existe prueba alguna de lo dicho por Arauz, sino que llegó al nivel de astucia para haber impreso un papelito con fotos de estas supuestas personas, solo con la finalidad de hacer creíble su patraña.

Tras lo visto en el debate del domingo, quedan dos cosas: primero, si viviéramos en un mundo de fantasía, Arauz sería Pinocho y seguramente su nariz trazaría un puente de Ecuador a Bélgica, pasando por México y por donde transitarían varios delincuentes de los últimos gobiernos. Si así miente en una campaña electoral, no podemos imaginarnos cómo va a embaucar a los ecuatorianos. Segundo, estamos frente a la oportunidad de cambiar la dirección del país, dejar atrás años de ‘CORREA’: Corrupción, Opresión, Regresión, Represión, Endeudamiento y Autoritarismo; alejar los males del socialismo del siglo XXI y elegir el encuentro de todos los ecuatorianos, sin odios, con respeto y con una función pública honesta y transparente que cree oportunidades para todos. (O)