Se aproxima el día en el cual el país, con poca información, con falta de análisis profundo, como normalmente sucede en nuestra patria, tomará la decisión de si el petróleo del Yasuní se lo regala al Perú (que con la tecnología moderna puede extraerlo desde su territorio) o si continúa sirviendo para que tengamos importantes recursos fiscales, y mucho más importante, un flujo anual de 1.200 millones de dólares para nuestra balanza de pagos y nuestra capacidad de importar.
El ecologismo fanático, que no reconoce que ya no hay daño ambiental con la explotación actual, que cualquier daño ya se hizo, que todos los incidentes han sido reportados y remediados, que la producción hace uso de la mejor tecnología, descarta estos argumentos.
Se habla de genocidio, sin decir cuántos habitantes voluntariamente aislados viven en esa zona. Expertos muy creíbles confirman que son pocos cientos. ¿Puede estar arrinconada una población de pocos cientos, en 90.000 hectáreas? En otras palabras, asumamos que son 1.000 los habitantes voluntariamente aislados en el Yasuní, tendría cada uno 90 hectáreas. ¿Es eso genocidio?
Estoy seguro de que muchos de los proponentes iniciales de la tesis de la no producción, sino la mayoría, nunca visitaron el Yasuní. Pero en su mente está la tecnología de hace 50 años. ¡Cuántos errores se han cometido en el planeta por ignorar lo que la tecnología es capaz de hacer! Malthus aseguraba la hambruna de la humanidad, con su proyección de que la producción de alimentos crecería linealmente y la población exponencialmente. Se equivocó, al desconocer que la tecnología crecería superexponencialmente y no solo exponencialmente. Marx también se equivocó, al desconocer lo que la tecnología haría con la productividad del trabajo, y por lo tanto con la gran elevación del nivel de vida de la clase trabajadora en los países que hicieron bien las cosas, no como el nuestro que las ha hecho mal. El famoso empobrecimiento masivo del proletariado no se cumplió.
Pero más allá de todos estos argumentos hay algo que los que desean la protección del Yasuní están olvidando. Hoy por hoy, Petroecuador, empresa que con todas sus falencias, corrupción, y problemas, ha hecho un trabajo extraordinario en lograr que la producción del Yasuní sea ecológicamente impecable, es la única presencia que hoy tiene el Estado en esa zona. No hay guardias, no hay cuidadores. La operación petrolera hoy por hoy es un ojo avizor, es el único medio que tiene el Estado para enterarse de qué está sucediendo, de si hay o no hay colonos ingresando, de si hay o no hay taladores de madera infiltrados, de si hay o no hay cualquiera otra actividad que no sea la del propio Petroecuador.
¿Qué va a pasar cuando salga Petroecuador de ahí? Muy simple, se abrirá la puerta para que ingresen entonces colonos, para que los interesados en la madera que ahí hay la vayan a sacar, para que se trate de convertir tierra del parque en tierra agrícola.
En nombre de la “soberanía” se impidió que la base de Manta sea un soporte de la lucha contra el narcotráfico. Ya sabemos hoy cuán “soberano” es el Estado frente a mafias que están haciendo tambalear la supervivencia de ese mismo Estado.
Así será la falta de presencia de Petroecuador en el Yasuní. A nombre de la ecología los sacarán de ahí, y en pocos años veremos que la soberanía ecológica se perderá, pues se habrá quitado a la única institución que puede advertir, anunciar, y denunciar al país lo que ahí ocurre.
La triste historia territorial del Ecuador se debe en muchísimo grado a que no hicimos presencia física en el Amazonas, y a que, por razones políticas e ideológicas, se desmantelaron misiones religiosas que avanzaban río abajo por los afluentes ecuatorianos del Amazonas. Ese error histórico nos quitó una gigantesca cantidad de territorio, que hoy los ambientalistas estarían felices de que fuese nuestro. Sacar a Petroecuador de ahí será lo mismo que haber sacado a las misiones religiosas que hacían presencia en la Amazonía en el siglo XIX.
Hoy por hoy, la mejor carta de preservación ecológica es precisamente la presencia de Petroecuador en la zona. En pocos años lloraremos por el error de ganar el sí de la consulta, pero será demasiado tarde. (O)