Seguimos atrapados en el binarismo como si la vida política del país hubiese iniciado con el correísmo y sus contrarios. Esta lógica perversa de dividir para gobernar se produce indistintamente de quien gane las elecciones presidenciales y legislativas. Por ahora no se vislumbra una propuesta diferente y que esté en correspondencia con los retos y desafíos de la actualidad, sobre todo del mundo pospandemia. No se puede gobernar con las viejas y exacerbadas prácticas de siempre, peor aún, con ese estilo populistoide, es decir, mesiánico, insultador y dueño de la verdad, ni tampoco, con quienes pretenden llegar al poder por una gruesa chequera a la peor usanza patrimonialista. Ahora, la cosa es más grave con la penetración del narcotráfico. Ninguna de estas tres vías es aceptable.

Hay varias causas que nos han llevado al binarismo y a esos tipos de liderazgo. En primer lugar hay una falta de empatía cognitiva, puesto que en las escuelas, colegios y universidades no se enseña ciudadanía, es decir, la relación entre deberes y derechos, el valor de la democracia, la convivencia pacífica sobre la base de acuerdos sociales en pluralidad, el respeto al otro y la importancia de asociarse, reunirse y participar en política con propuestas.

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Entonces, nuestro sistema educativo está en deuda y es un pendiente de todos los gobiernos de turno. Por tanto, no exijamos democracia si no hemos formado demócratas. Hay excepciones, sin duda.

Un segundo elemento es la inexistencia de partidos políticos y eso se explica, porque tampoco en esos espacios hay escuelas de formación, capacitación y actualización. Hasta ahora no hemos escuchado a ninguna tienda política su pensamiento y propuesta del mundo pospandemia, de las nuevas amenazas globales en materia de ambiente, crimen organizado, crisis sanitaria y conflictos geopolíticos, peor aún de temas estructurales no resueltos en el país, como la seguridad social, la brecha digital, la inseguridad, el desempleo.

Ahora, la cosa es más grave con la penetración del narcotráfico. Ninguna de estas tres vías es aceptable.

Los partidos se han convertido en espacios de alquiler, caza talentos de pantalla y en maquinarias electorales sin procesos legítimos de democracia interna.

Un tercer aspecto, en el que todos estamos involucrados y sin ser parte de ninguna decisión es la espectacularización, el sensacionalismo y la venta de humo de las redes sociales y la prensa amarillista. La población consume memes y no lee noticias, viraliza cualquier chisme sin contrastar las fuentes, vulgariza y banaliza la más mínima situación. El morbo se ha tomado la política, pero también la gestión política está plagada de morbo. En este contexto, los estilos de liderazgo populista, patrimonialista y de capo de la mafia hacen su agosto, pues las redes condensan todo y nada. En lo virtual todo es posible, y para todos los públicos.

Ecuador requiere una tercera vía, en donde vayan de la mano educar en ciudadanía, el fomento de una democracia plena, una economía con inversión social, nuevos partidos políticos y otras formas de liderazgo.

La realidad nos advierte esto todo el tiempo. En ese sentido, se impone el diseño de una propuesta auténticamente democrática con una mirada económica prospectiva, en el marco del respeto. (O)