Ante la crisis económica imperante y la incapacidad para resolverla, un acuerdo con el FMI (Fondo Monetario Internacional) era impostergable. Pero esos acuerdos hay que saberlos negociar. Lo sé por haber trabajado allí y por haberlos negociado, primero como gerente general del BCE en 1985 cuando firmé una carta de intención y luego como ministro de Finanzas en el 2002, cuando no la firmé, porque contenía condiciones técnicas y políticas inviables. No obstante, logramos aprobar la Ley de Responsabilidad Fiscal en junio de 2002, un ancla fiscal para acompañar a la dolarización.

Es que si no se negocia bien, el FMI se impone. En mi primera misión traté con un ministro de Finanzas de Brasil de prestigio mundial, y en la última me tocó alternar con un funcionario novato de Guinea Ecuatorial. Solo con el primero negociamos en serio.

El actual acuerdo equivocadamente privilegia lo fiscal a costa del crecimiento. A una economía que ha venido decayendo desde el 2015, se la somete a un crecimiento promedio de 0,3% para los próximos tres años, y a un aumento de impuestos indirectos (IVA). ¿Cómo entonces crecerá el empleo, promesa de campaña, máxime si se han perdido en exceso 300.000 empleos en estos últimos dos años? Los equilibrios fiscales son importantes, pero estos deben obtenerse con crecimiento; hacerlo con recesiones equivale a poner la carreta delante de los caballos. El Índice de Riesgo País ha bajado, pero este solo mide la capacidad de pago de la deuda, no mide el crecimiento, el empleo o la capacidad de la gente para resolver sus necesidades.

El problema de deuda que enfrentamos, más que por su monto, estimado ahora en 75.000 millones de dólares, radica en su servicio que consume un tercio del presupuesto. Desde el Foro de Economía propusimos hace más de un año la reestructuración de la deuda con China, la liberación del petróleo, la eliminación del ISD y del anticipo de impuesto a la renta, y la reducción del IVA, para recuperar el crecimiento. Pero por un temor reverencial hacia China seguimos sirviendo una deuda onerosa, que pignora nuestro petróleo. Planteamos que el FMI interceda a nuestro favor, tal como lo ha logrado la República del Congo, con similares problemas de deuda y petróleo con China.

En el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage del 2019 estamos en el puesto 170 de 180. La República del Congo está en el 176. Cuidado intercambiemos puestos el próximo año.(O)

Carlos Julio Emanuele,

economista, Guayaquil