(...) creo que las mujeres de mi familia siempre se han encargado de volver luz los momentos de oscuridad...
Hago mía esta frase de Jim Morrison: “Un amigo es alguien que te da total libertad para ser tú mismo".
El ingeniero y su flaquita siguen... mirándose con esa ternura que encierra el recuerdo de una vida plena.
(...) abramos nuestro corazón para soltar aquellas palabras o situaciones que nos lastimaron, rescatemos solo lo bueno...
Creo que llega un momento en el que debemos tomar las riendas de nuestro futuro, sin esperar aprobación o validación de nadie.
Cuando escuché la metáfora sobre el mar y nuestra determinación, comprendí que nunca es tarde para tomar las riendas de nuestra vida.
Es importante andar ligeros de equipaje en estos momentos en que las apariencias pesan más que los valores.
Es momento de darnos la oportunidad de elegir alguien que maneje una visión social, priorizando la educación y que tenga la fortaleza para tomar decisiones.
La imagen del mesías, el hombre que tiene todas las herramientas para salvarnos, sigue vigente.
Esta columna la dedico a la vida que se ríe de nosotros y puede tenernos muchos años buscando la felicidad.
Deseo que aquellas madres que se encuentran solteras o divorciadas logren coincidir con gente que las ame, respete y valore como mujeres.
Hay un momento en el que debemos detener el paso y revisar si estamos viviendo, sobreviviendo o solo respiramos por inercia.
Corolario, con los años he aprendido que las casualidades no existen, que una sospecha usualmente se convierte en certeza.
La mejor parte para mí fue cuando ella me tomó la mano y avanzamos juntas para agradecerle al público, estábamos felices.
Este año que empieza lo siento como el momento de obligarme a tener el valor para mirar dentro de mí.
Creo firmemente que la vida termina demasiado rápido, aunque vivamos con la arrogancia de quien olvida que somos mortales con fecha de expiración.
Creo que es fundamental volver al silencio, huir del ruido que aturde, para desde la claridad tomar mejores decisiones. El país lo necesita.
Desde el desamparo en el que está sumido Ecuador, escribo estas líneas con poca esperanza de cambio, cobijada en la desazón que me generan las autoridades.
¿Desde qué superioridad moral nos atrevemos a juzgar a quien peca, actúa o disfruta distinto que nosotros?
Cuando vamos solos por la carretera de la vida, es nuestro momento de aprendizaje y reflexión.
Tratar de retener a alguien que quiere irse implica un desgaste emocional que afecta hasta nuestra autoestima.
Es importante soltar la culpa, empezar a perdonar y perdonarnos. Estamos a tiempo, tenemos el resto del año para emprender y cumplir con los propósitos.
Como mi maternidad fue deseada, en los momentos duros recuerdo la ilusión con la que las esperaba y las cosas mejoran.
No todos los días son coloridos ni llevan música para bailar, y lo interesante es comprender que está bien.
Debemos dejar de romantizar el acoso disfrazado de piropo y empezar a normalizar el respeto por el cuerpo de los demás.
¿Qué es lo importante? La respuesta es sencilla: poder ser nosotros mismos viviendo en paz y con libertad.
Es imperativa una actitud optimista frente al porvenir para actuar, y no esperar que las autoridades resuelvan todo.
La gente que vive en paz es así, se le nota en la mirada, no tuitea sobre cosas bonitas, las practica en la vida real.
Mientras nuestra mochila de prejuicios, miedos y vivencias del pasado sea más ligera, podremos avanzar más lejos.
Hay mucho nerviosismo inicial y algunos se toman algo de tiempo porque les cuesta encontrar belleza en sí mismos.