Desde lejos solo se notan las copas de sombreros de los que en muchos casos sobresalen de un costado delicadas plumas de pavo real. Son indígenas quienes en dos reuniones por separado rodean a personas adultas que toman la palabra para explicarles que mantendrán su presencia en Cutuglagua, zona fronteriza entre los cantones pichinchanos de Mejía y Quito, a la espera de que arriben más “compañeros” de provincia.

Pocos minutos han pasado de las 10:00 del miércoles 15 de junio. Ya han transcurrido varias horas del tercer día de paro nacional convocado por diversas organizaciones sociales relacionadas al sector indígena y aún se siente en el ambiente el olor de las llantas, los árboles y las maderas quemadas la noche anterior a lo largo de la avenida Maldonado, en el sur de la capital.

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Los indígenas, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, escuchan atentamente los debates que se arman respecto a si es el momento apropiado para ingresar directamente a Quito o se debe espera a que lleguen más personas desde provincias como Cotopaxi, Tungurahua o Chimborazo. Unos, sin mediar palabra, quieren tomarse Quito, mientras que otros los frenan.

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En lo que sí coinciden las discusiones de los grupos, que hablan intercambiando en oraciones palabras en español y quichua, es en que si el gobierno del presidente Guillermo Lasso acoge las diez demandas y propuestas hechas por el sector indígena, o al menos las más importantes, ellos abandonarán la protesta.

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En Cutuglagua no solo estaban indígenas que habían llegado de provincia en las últimas horas, también se encontraban integrantes de comunidades indígenas del Cotopaxi que ya viven en la zona desde hace muchos años.

Al intentar conocer si quienes escuchaban a sus dirigentes conocían por qué estaban en el lugar o si sabían de esas demandas decididas por las bases de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la mayor parte de los consultados sabían el número exacto de planteamientos que ese sector hacía: diez. Pese a ello, solo recordaban puntualmente tres o cuatro de los pedidos, asegurando que esos eran los más importantes.

La reducción y no más incremento en los combustibles, la declaratoria de una moratoria en el pago de las deudas a los bancos de mínimo un año, precios justos para los productos el campo y no a la privatización de sectores estratégicos, eran los puntos que más recordaban jóvenes y adultos que formaban parte de la concentración que se dio en Cutuglagua.

José Manuel Alajo, comunero de la Salamale Chico, quien era parte de la paralización que se daba en Cutuglagua, es uno de los que lograba recordar cinco de los diez puntos acordados por las bases como demandas. Cree que un buen punto de partida para iniciar el diálogo y abandonar la movilización del pueblo es que el Gobierno por lo menos reduzca el costo de la gasolina, insumo que, para él, es el que genera los incrementos en productos de la canasta básica, en la movilización.

A lo lejos se escuchan bocinas de camiones e inmediatamente se divisan grandes carros de carga, de esos muy usados en el campo. Esos cerca de seis vehículos habían salido minutos antes de la concentración de Cutuglagua rumbo a Santa Rosa, un punto más al sur de donde estaban. En unos casos, los camiones iban con gente y otros vacíos, pero regresaban todos completamente llenos.

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En el punto en Cutuglagua se empezaban a alistar para ingresar en Quito. Gritos iban y venían, no se entendía bien lo que decían, pero la respuesta inmediata era ver que hombres y mujeres subían no solo a esos vehículos recién llegados, sino a otros más pequeños o igual de grandes que empezaban a salir desde las calles transversales. Entre 15 y 20 automotores empezaban su marcha.

Se temía que hubiera un retiro de los vehículos si se ingresaba a Quito y por ello se disponía a los protestantes que si iban a ir en los carros no se bajaran y solo hicieran el recorrido que buscaba llegar hasta el redondel de La Villaflora, en el sur de la ciudad, y de ahí retornar a la zona de concentración en Cutuglagua. Palos, pedazos de varilla, maderas con metales en la punta mantenían en sus manos una buena parte de quienes se subían en esos camiones.

QUITO (15-06-2022).- En la avenida Maldonado, en el sector de Cutuglagua, al sur de Quito, manifestantes indígenas bloquearon la vía. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: El Universo

Que el dejar en libertad, pero con un proceso penal encima, a Leonidas Iza, presidente de la Conaie, no hace que varíen en nada las diez demandas y propuestas que hacen al gobierno de Guillermo Lasso, sostenía José Pallo, quien se presentó como un miembro activo de la organización indígena que apoya el paro nacional que arrancó con carácter de indefinido el pasado lunes 13 de junio.

Pallo insiste en que se mantendrán en sus planteamientos hasta que el Gobierno los escuche, entienda que el reclamo es justo y solucione lo más rápido posible. También afirmó que la presencia indígena en ese punto de la ciudad es parte de un marcha pacífica que únicamente tiene como objetivo demostrar que ya están en Quito.

Según él, solo avanzarán hacia el centro de la capital, más específicamente hasta el parque El Arbolito, cuando la mayoría de personas del movimiento, que vendrían de a poco desde Chimborazo, Tungurahua, Cotopaxi y Bolívar, estén en Cutuglagua. “Ya está demostrado que los indígenas no hemos estado en actos violentos, como están diciendo algunas prensas, simplemente y pacíficamente llegaríamos hasta el parque El Arbolito”.

Con resguardo policial es como amaneció eset 15 de junio el parque El Arbolito, ubicado en el centro-norte de la capital ecuatoriana. Este lugar se ha vuelto icónico para este tipo de marchas, entre otras cosas, por la cercanía a instituciones públicas como la Asamblea Nacional, la Contraloría General, la Fiscalía y vía directa al centro histórico, donde se ubica el Palacio de Carondelet.

En el punto de concentración de los indígenas en Cutuglagua no existe presencia policial. Está a una distancia “prudente”, pues la idea, dice el coronel Christian Quintana, jefe del operativo en la zona, es no generar provocaciones de ningún tipo, sino simplemente controlar cualquier acto fuera de la ley o que afecte a terceros.

El oficial no coincide con que se diga desde el sector indígena que la marcha es pacífica. El coronel refiere haber observado en estos días de paro una actitud hostil de quienes forman parte de la movilización, que incluye a su paso la destrucción de bienes privados, se golpean vehículos, se desinflan llantas.

Los comercios que se localizan a lo largo de la avenida Maldonado cerraban sus puertas cuando les anticipaban que la caravana indígena iba a pasar por su sector. Minutos largos pasaban con las puertas abajo esos locales comerciales, hasta que creían que no habría más riesgos para volver a atender. La falta de transporte interno e interprovincial por el lugar hizo que niños, jóvenes y adultos caminen hasta sus lugares de destino. (I)