Llegó al poder como una “estrella de rock” de la política en su país, El Salvador, pero con el paso del tiempo las críticas a su forma de tratar de ‘refundar’ el país han causado críticas en organismos, periodistas, instituciones y hasta en otros Estados. Sin embargo, su popularidad se mantiene en lo más alto entre los dirigentes latinoamericanos (85 % de aprobación).

Sin embargo, el miércoles, día del aniversario 200 de la independencia del país, se realizaron marchas contra el mandatario Nayib Bukele y sus decisión más polémicas. Las convocatorias se hicieron principalmente por Twitter con la etiqueta “#El15Marchamos”, que se ha colocado en los últimos días como la principal tendencia en el país en dicha red social. Incluso el presidente ha compartido las convocatorias en su contra.

Bukele (40 años) gobierna El Salvador desde junio de 2019 y entre sus últimas decisiones está el promover la reelección presidencial, algo que por Constitución no se podía. Sin embargo, los magistrados de la Sala de lo Constitucional le dieron luz verde con una conveniente interpretación de un artículo de la Constitución que decía: “No podrá ser candidato a presidente de la República (...) el que haya desempeñado la Presidencia de la República por más de seis meses, consecutivos o no, durante el periodo inmediato anterior o dentro de los últimos seis meses anteriores al inicio del periodo presidencial”.

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Se ha tomado como si se refiriera al mandato antes de Bukele, según los jueces, quienes fueron nombrados en mayo, luego de que la nueva Asamblea Legislativa, controlada por los aliados del presidente, destituyera a los cinco magistrados que la conformaban.

Para la encargada de Negocios de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, la decisión de la Corte “es claramente contraria a la Constitución salvadoreña, que establece que la reelección inmediata no está permitida”, según AFP.

El país norteamericano ha dicho que tomará acciones contra el Gobierno salvadoreño por esta medida. “Nosotros tenemos varios elementos, visas, sanciones y hay otras herramientas”, ha dicho Juan González, asesor de seguridad nacional de EE. UU. a la Voz de América.

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“La democracia en El Salvador está al borde del abismo” por seguir “el mismo libreto (de interpretar la Constitución) que usaron Daniel Ortega (en Nicaragua) y Juan Orlando Hernández (en Honduras)”, advirtió José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch.

Vivanco ve en Bukele lo mismo que hacía Hugo Chávez en Venezuela. Igual opina Paolo Moncagatta, coordinador de Ciencia Política de la Universidad San Francisco de Quito.

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“El régimen de Bukele califica perfectamente tanto como un régimen populista como una democracia delegativa. Ha buscado menoscabar el rol de los poderes del Estado (sobre todo del Legislativo) y fortalecer al Ejecutivo. Es un camino parecido al que tomaron presidentes como Hugo Chávez en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador, salvo que con tintes ideológicos distintos”, apunta Moncagatta.

Él explica que con democracia delegativa se refiere a un tipo de democracia encontrado con mucha frecuencia en Latinoamérica: “Una democracia de calidad pobre, donde el rol de los ciudadanos se reduce al acto de votar, para después no ser casi tomados en cuenta hasta el próximo ciclo electoral. Las figuras populistas y las democracias delegativas van de la mano. Concentran el poder en el Ejecutivo, debilitan las otras instituciones políticas y el equilibrio entre los poderes del Estado y la llamada rendición de cuentas horizontal que debe existir en una democracia sana... El Salvador pre-Bukele era terreno fértil para el fortalecimiento de un populismo y una democracia delegativa”.

Para Esteban Santos, analista de temas internacionales, el problema con Bukele es que se está mostrando como otro populista totalitario.

“Si bien tiene un marketing con el que se presenta como un líder joven, fresco, con buenas ideas, lo que está haciendo es acallando a la prensa... Acaba de entrar abiertamente en una guerra con la Función Judicial y tiene estas medidas tan polémicas por su apuesta financiera con el bitcóin... Yo creo que en el fondo todo va porque el señor no acepta ninguna crítica y quiere controlar todos los poderes del Estado... Como logra conseguir sus objetivos pertenecen a un mismo libreto que ya conocemos”, apunta Santos, quien recuerda que ahora también se le acusa a Bukele de haber hecho en secreto un acuerdo con las maras y la delincuencia organizada para bajar los índices de violencia.

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Desde este mes El Salvador es el primer país en aceptar el bitcóin como moneda de curso legal, pero esa información, que complica un posible préstamo del Fondo Monetario Internacional, quedó relegada por la noticia de que la Asamblea ha creado leyes de retiro obligatorio a los 60 años para jueces y fiscales.

La Presidencia salvadoreña aseguró que con el decreto legislativo se “inicia el proceso de depuración del sistema judicial”.

Los jueces, en cambio, consideran que ya “existen mecanismos institucionales previamente establecidos que determinan la forma de sancionar o remover magistrados y jueces”. Los letrados han dicho que acudirán a instancias legales nacionales e internacionales “para restituir el Estado constitucional y democrático, derecho gravemente afectado con dicho decreto”.

Sin duda el mandatario ha podido imponer su agenda y todos estos cambios profundos pueden ser arriesgados por el tinte autoritario que está teniendo, según Santos, quien añade que la vara tan baja en lo político en el país hace también que tenga una gran aceptación.

“La comunidad internacional tiene que velar por los principios rectores dentro del derecho internacional: libre expresión, tolerancia, poder disentir, una prensa libre y separación de poderes, algo que en este momento en El Salvador parece ser borroso y por eso son válidas estas críticas”, finaliza Santos.

Además de la reelección presidencial, el oficialismo quiere ampliar el mandato de cinco a seis años.

“La corrupción, la violencia, migraciones y todo lo que conlleva una sociedad latinoamericana hace que veamos en estos mesías la salida a nuestros problemas estructurales. Yo invito a pensar, quitándole todos estos tintes cool, el hecho de ver a una persona que quiere otra vez mostrar muy claro mensajes de un autócrata”, dice Santos. (I)