‘Mi negocio es mi jubilación’: familia esmeraldeña que inició la venta de bollos en casa, ahora están en los supermercados de Ecuador

Caerse y levantarse es lo que han vivido Álex Bonilla y su madre, Norma Angulo, quienes son fieles creyentes en que hay que insistirle a la vida y no rendirse .Y esa historia, bajo el nombre de La Tía Nonoy, como se llama su negocio, empezó a escribirse hace más de 16 años. En ese momento decidieron vender bollos con la “sazón esmeraldeña” en Guayaquil .La situación económica los obligó a buscar una salida, y Norma aprendió a prepararlos. Los ofrecía al paso y con eso obtenían ingresos básicos. Sin embargo, no era la única actividad que realizaban.Por ejemplo, Álex era barbero y con lo que trabajaba aportaba a su hogar. Norma, quien soñaba con ser licenciada en Enfermería, vendía lo que podía en la Universidad Estatal de Milagro. Ese ritmo lo llevaron un buen tiempo hasta que ambos le dieron una pausa . Álex dedicó más tiempo a la barbería y Norma tenía que realizar sus prácticas profesionales en Esmeraldas.Hasta que llegó la pandemia de COVID-19, en 2020, y regresaron a los bollos, pero con una visión más ambiciosa: llegar a los supermercados a nivel nacional .“Entonces nace la necesidad de querer expandirnos más, y justo hubo escasez de la hoja y decidimos irnos al campo y conseguirlas. Nos dimos cuenta de que podíamos llegar con los bollos a todo Guayaquil e incluso a otras provincias, y nace esta idea de venderlos congelados”, dice Álex.Y estando en casa surge la imagen y nombre del producto. Después, trabajaron para obtener la notificación sanitaria, que la lograron en enero de 2023, y en julio tuvieron la respuesta de una gran cadena de supermercados.“Y ya estamos en Megamaxi y Supermaxi, en el área de congelados. Gracias a Dios, tenemos excelente acogida. Hay rotación en tiendas”, señala Álex y afirma estar consciente de que el producto es de fácil acceso, pero señala que la diferencia es la sazón. Madre e hijo aspiran a que La Tía Nonoy sea la puerta a una jubilación de ambos . “Es la meta que queremos alcanzar, que sea una empresa de alimentos procesados en donde los bollos congelados sean nuestro primer producto”, sostiene Álex, de 32 años.El producto cuesta $ 3,02 y está en el área de congelados de los locales en las ciudades de Santa Elena, Milagro, Manta y Guayaquil. Anhelan incluir más productos tradicionales.“Primero queremos posicionarnos a nivel local, luego exportarlos, porque queremos sacar más recetas de mi madre ”, cuenta Álex, quien contrata a dos personas temporales para cortar la hoja de plátano, rallar el verde, armar y cocinar.Cada semana arman entre 15 y 20 cajas, cada una contiene 12 unidades. Su producto puede consumirse hasta en 90 días.El negocio ingresa en el 90,84 % de las ideas que surgen cuando la motivación es ganarse la vida por la escasez de empleos , según el reporte del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) en Ecuador.Otras de las motivaciones son marcar la diferencia en el mundo, acumular riqueza o aumentar ingresos personales y continuar una tradición familiar.Para Silvia Noroña, coordinadora del Laboratorio de Innovación y Emprendimiento de la Uisek, el ecosistema emprendedor en el país presenta tanto fortalezas como desafíos.“Según el GEM, el entorno social y cultural es favorable. Sin embargo, también existen debilidades en áreas clave, como el acceso a financiamiento y la transferencia de investigación y desarrollo , que limitan el crecimiento de los emprendedores. Además, los altos costos de la tecnología y la burocracia, poca innovación dificultan la creación y expansión de negocios, factores que hacen que tengamos una alta tasa de salida del mercado”, dice Noroña.Leonardo Izquierdo, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), dice que para superar esos retos es necesario que exista una integración. Por ejemplo, que los emprendedores, antes de salir al mercado, aprendan habilidades y a desarrollarlas .“Es un desafío, pero creemos que las ideas tienen que agregar valor. El generar nuevas ideas es valioso; pero si no hay, no hay diferenciación, no hay nicho de mercado, no hay una diversificación, entonces los emprendimientos no van a tener el resultado que quisieran alcanzar, y esto también está atado a nuevos mecanismos”, indica Izquierdo, quien especifica que ahora es clave la sostenibilidad dentro de esa idea de negocio.De acuerdo al GEM, Ecuador registró una tasa de actividad emprendedora temprana (TEA) del 32,7 %. Esto significa que aproximadamente 3,3 millones de habitantes estuvieron involucrados en la creación y puesta en marcha de un negocio; en otras palabras, más de tres de cada diez adultos ciudadanos estaban empezando o gestionando un negocio.Según Noroña, el emprendimiento debería ser considerado como experiencia importante al aplicar para un trabajo por las destrezas que se adquieren.“La mayoría de los emprendedores desarrollan y aplican habilidades como la proactividad, resiliencia, liderazgo, enfoque, trabajo en equipo; permite ir de la teoría a la práctica. Habilidades que hoy en día son altamente valoradas en el ámbito laboral, transferibles a otros campos profesionales. Por lo tanto, el emprendimiento puede ser un espacio significativo al buscar empleo”, resalta Noroña.Izquierdo, en cambio, aclara que en las universidades ya se enseña lo que es un emprendimiento para que el joven salga preparado para crearlo o trabajar en una empresa.“El emprendimiento es parte del ADN de la gestión universitaria, porque la generación está ligada a la empleabilidad; por lo tanto, las universidades estamos trabajando muy fuerte en desarrollar estrategias para que nuestros estudiantes puedan alcanzarlo. Estamos hablando de experiencias de aprendizaje que acarrea de forma transversal”, opina Izquierdo.Para quienes están empezando o ya están en el camino del emprendimiento es fundamental lo siguiente:

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