Detrás de una caseta metálica de dos metros por un metro aproximadamente, sentado en un banco, descansa un hombre sonriente, de 73 años, que vende uno de los postres más demandados en Quito.

Luis Quespaz, un carchense que viajó a la capital de Ecuador hace 23 años, ofrece frutillas con crema y ensalada de frutas en su puesto ubicado en la avenida Rumichaca Ñan y Morán Valverde, en el sur de la capital.

Aunque el espacio es corto, todo lo tiene en su lugar. Dos letreros de madera con fondo blanco y letras rojas promocionan su producto, una pequeña grabadora que es su compañera, las servilletas, cucharas plásticas y tarrinas con las frutas ubicadas en columnas dentro de fundas tipo costal, para evitar que les llegue el sol.

Publicidad

El puesto lo tiene desde hace 17 años. Antes, recuerda, era uno más de los vendedores ambulantes que se ganaban la vida ofreciendo un producto alimenticio a las personas que frecuentan parques y avenidas concurridas.

Quito pretende sumarse a iniciativa ‘visión cero’ como medida para reducir los siniestros de tránsito

Esta historia se inicia con un viaje de Luis a Colombia, ahí recuerda que encontró un puesto de venta de frutillas con crema y ensaladas de fruta. Luego de algún tiempo, por el estudio de sus tres hijas decidió viajar a Quito, y al percatarse de que su domicilio está ubicado cerca de una zona estudiantil, le propuso a su esposa emprender con la venta de ese tipo de postres.

Pero como todo inicio fue difícil, puntualiza el ciudadano, quien todavía recuerda el primer coche metálico que usó para recorrer diferentes sectores en busca de clientes de sus dulces preparaciones.

Publicidad

Así, de a poco, señala que había determinado un lugar fijo, al final del ciclopaseo de Quitumbe, en ese lugar hacen deporte personas que hasta ahora son sus clientes.

Yo Vivo sin Drogas, competencia atlética que impulsa la Policía, se realizará el 25 de junio

Luego de un suspiro expresa que es una molestia el escapar de los policías metropolitanos, problema que era frecuente en su trabajo. El nativo de San Gabriel, perteneciente a la provincia del Carchi, tiene en su mente una tarde que fue víctima del abuso de un agente, a pesar de contar con un permiso.

Publicidad

“Se llevó todo mi producto, me dejó con la funda de los sueltos, nada más. El lunes fui a reclamar en el Municipio y se portaron más bravos, yo discutía por qué me quitaron si tenía permiso, y ahí se botaron la pelota, total llegué sin nada a la casa”, agrega.

Tres generaciones de madres comerciantes: Mercedes, Mónica y Silvia tienen en el mercado de Chiriyacu de Quito su fuente de ingresos

Pero no todo es negativo, Luis tiene grandes amigos que se acercan al puesto para entablar largas conversaciones mientras llegan los clientes. Vecinos, taxistas, profesores conocen al ciudadano y aprovechan de vez en cuando para degustar de un postre saludable.

Actualmente, sus hijas de 40, 38 y 37 años son personas agradecidas por el estudio y crianza que lograron tener de sus padres, a base de la venta incansable de las tarrinas con frutas. Luis vende un aproximado de 50 a 60 tarrinas diarias, y aunque no es una cantidad alta, vive feliz con el esfuerzo diario.

QUITO.- Luis Quespaz vende frutillas con crema desde hace 23 años en el sur de la capital. Foto: Andrés Salazar

Junto con su esposa compran las frutillas en el mercado Mayorista, luego adquieren la crema de leche. En casa cortan cuidadosamente las hojas de las frutillas y conservan en agua con ingredientes desinfectantes para frutas. Mientras tanto, realizan la crema y se alistan para empacar en las tarrinas plásticas.

Publicidad

Esa es su rutina, la que le permite llevar el pan de cada día a su hogar. “Con esto yo he educado a mis hijas, son profesionales, hoy ya unas señoras hechas y derechas, y esto ha sido mi vida desde que vine de mi provincia”, dice con una sonrisa que se dibuja en el rostro. (I)