La trayectoria de la sombra lunar cruzará una zona despoblada del continente blanco. Solo la estación Concordia, administrada por Francia e Italia, y la base rusa Mirny se ubican dentro de la franja de visibilidad total. Entre ambas instalaciones no superan unas pocas decenas de residentes, la mayoría dedicados a tareas científicas.

Los observadores que viajen en cruceros hacia la península Antártica podrán apreciar un eclipse parcial. Lo mismo ocurrirá en sectores del sur de África y en la Patagonia, aunque allí la cobertura solar será mínima, inferior al 15 %.

Concordia, ubicada en el interior antártico, será el mejor sitio para observar el fenómeno. Sus 16 ocupantes verán el anillo de fuego durante poco más de dos minutos. No obstante, la estación está rodeada por temperaturas extremas que pueden descender hasta los –80 °C, lo que representa un reto adicional.

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La base Mirny, situada en la costa del Mar de Davis, será el segundo y último punto habitado dentro de la trayectoria anular. Allí, los investigadores rusos podrán contemplar el eclipse durante casi dos minutos, aunque con un alto porcentaje de nubosidad en esa época del año.

La probabilidad de cielos despejados es baja para ambos lugares. En Mirny se estima un 65 % de nubosidad, mientras que en Concordia la cifra ronda el 35 %. Aun así, los expertos señalan que el descenso de temperatura provocado por la sombra lunar podría favorecer la dispersión de algunas nubes.

Aunque la mayoría de la humanidad no podrá presenciar este eclipse anular, su rareza aumenta el interés científico. Además de ser un fenómeno visual único, permitirá recolectar datos atmosféricos valiosos en uno de los entornos más extremos del planeta. (I)