¿Azúcar o edulcorante? Muchos podrán decir que edulcorantes, pero ¿conocen a alguien que después de probarlos decidiera volver a consumir azúcar?

Una food coach, Gaby Monroy, cuenta en redes su experiencia con los edulcorantes y la razón que la hizo retroceder en su decisión.

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Dice que hasta hace dos años pensaba que el azúcar era lo peor que podía consumir. Fue así como apostó por los edulcorantes para acompañar su café, postres y licuados.

Probó “edulcorantes de todo tipo, como eritritol, stevia, alulosa, xilitol y monk fruit”.

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Todo cambió para Monroy cuando conoció cómo funcionan los edulcorantes en sí.

“Los edulcorantes engañan al cerebro”

Foto: Pexels/Towfiqu barbhuiya

Monroy afirma sobre los edulcorantes: “Lo primero que hacen es engañar tu cerebro, entre muchas otras cosas”.

Explica que al sentir antojo de dulce, “vas por una galleta con edulcorantes. Pero eso no te quita el antojo ni le da energía. Y en media hora pedirás más dulce”.

Explica Monroy que los endulzantes naturales son reconocidos por el cuerpo, “él sabe cómo metabolizarlos -transformarlos en energía- y hacer uso de ellos.

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El cuerpo necesita de hidratos de carbono (azúcares) para tener energía, y lo mejor sería consumir carbohidratos complejos que vienen acompañados de fibra (ej: un plátano).

“Si tienes un antojo dulce, como una galleta, es mil veces mejor comer una galleta casera endulzada con alguno de los azúcares naturales mencionados, a endulzarla con edulcorantes”, afirma.

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“Estos” -reitera- “solo engañan a tu cerebro”.

En la Universidad Central de Chile coinciden: “Los edulcorantes desencadenan una disonancia en el cerebro, tiene lugar la agradable sensación de sabor dulce, pero faltan calorías y la sensación de hambre vuelve con más rapidez y con ello la necesidad de comer de nuevo”. Afirman que “algunos investigadores identifican este fenómeno como ‘Teoría del cerebro egoísta”.

Detalla Monroy que si el antojo es saciado con fruta, acompañada de una grasa, o con una galleta endulzada con azúcar de coco, dátil o maple, al cuerpo se le estaría dando algo que reconoce y sabe cómo procesar.

Así, afirma, “evitará los antojos de dulces a cada rato”

El “problema no el azúcar” es la cantidad “escondida” de azúcar en millones de alimentos y que además está disfrazada con nombres como: glucosa, fructosa, jarabe de alta fructosa, maltodextrina etc”. (I)

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