Una dieta rica en grasas no es suficiente para provocar la enfermedad del hígado graso a corto plazo. Pero si usted la combina con bebidas edulcoradas con fructosa líquida, se acelera la acumulación de grasas en el hígado y aparece un cuadro de hipertrigliceridemia (altos triglicéridos), un factor de riesgo cardiovascular.

Esto se desprende de un estudio en un modelo experimental de rata publicado en la revista Molecular Nutrition and Food Research y dirigido por el catedrático Juan Carlos Laguna, de la Universidad de Barcelona y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn).

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La fibra de la fruta entera y el proceso de digestión nos protegen de la acción de la fructosa. Foto: Shutterstock

La fructosa o azúcar de la fruta es uno de los edulcorantes más habituales en la industria alimentaria. Este azúcar simple (monosacárido) se obtiene industrialmente del jarabe de maíz, un producto derivado de esta gramínea. Con un gran poder edulcorante y bajo coste de producción, la fructosa es utilizada para endulzar bebidas, salsas y alimentos procesados, a pesar de las evidencias científicas que la asocian con enfermedades metabólicas que son factores de riesgo de patologías cardiovasculares.

Según el nuevo trabajo, el incremento que causa la fructosa en la síntesis de ácidos grasos en el hígado es más decisivo que las grasas de la dieta.

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El endulzante calórico fructosa se obtiene a partir del jarabe de maíz. Foto: Shutterstock

La enfermedad del hígado graso en humanos

Varios estudios epidemiológicos vinculan el consumo de bebidas azucaradas con fructosa con el hígado graso no asociado a alcohol, una patología para la que todavía no hay ninguna terapia farmacológica específica.

El hígado graso es el punto de partida de patologías más graves, como la cirrosis. Y es prácticamente asintomático, aunque en algunos casos pueden manifestarse trastornos digestivos leves. Aparte de llevar una dieta sana y hacer ejercicio físico, por ahora no existe ningún medicamento eficaz.

El ejercicio y la sana alimentación son la única forma de controlar el hígado graso no alcohólico. Foto: Shutterstock

Cabe detallar que los efectos descritos en el trabajo solo son observables si la fructosa se ingiere en forma líquida, en forma de jugos y bebidas azucaradas. De esta forma llega masivamente al hígado, como una sobredosis de fructosa.

Comer una fruta, dicen los investigadores, es distinto. La cantidad de fructosa ingerida es mucho más reducida, y la masticación y la presencia de otros componentes de la fruta, como la fibra, ralentiza enormemente la absorción de fructosa y la llegada de esta al hígado, dicen los expertos que han trabajado con el doctor Laguna, y que provienen del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y de la Universidad Pompeu Fabra. (I)