Soy economista, por si acaso, pero completamente involucrado en desarrollos de tecnología aplicados a negocios desde hace once años.

Existe algo en lo que tristemente los economistas no hemos evolucionado, y es que a fuerza de tanta teoría keynesiana y poskeynesiana, nos hemos olvidado de la Era 4.0, tiempo en el que vivimos, y que rompe con todo lo estudiado, no sé si para bien o para mal; en mi opinión, para bien.

¿Qué es la Era 4.0? Es el ciclo al que ha llegado la humanidad luego de la explosión de los teléfonos móviles inteligentes, los mismos que dieron poder a la humanidad para que creen la cantidad de negocios que quieran, desde la palma de sus manos, literalmente.

Es tan radical el impacto de los smartphones que desmaterializaron el uso del dinero en efectivo, el contacto personal para ventas, e inclusive el traslado físico del hogar al trabajo, pues permitió integrar a un sistema específico muchos otros que se potencian mutuamente.

Hoy, para distribuir a una empresa solo debes activar su API, y listo.

Todo esto ha traído una catarata de oportunidades inconmensurables a la humanidad, el hecho es que muy pocos la han percibido, es más, ha trascurrido más de una década desde el lanzamiento del iPhone 1 y tuvo que venir una pandemia devastadora para que la humanidad en general entienda ¡que puede trabajar desde casa, y aun desde su teléfono!

En este proceso hubo países como Finlandia y Estonia, que desde hace dos décadas han desarrollado tecnología y casi todo su sistema educativo se circunscribe al desarrollo y estudio tecnológico, de modo que están acostumbrados al teletrabajo y telestudio, así que el coronavirus no les ha hecho cosquillas.

Demás está mencionar que el PIB per cápita de Finlandia es de $ 48.000 y el de Estonia $ 23.000; el nuestro es de apenas $ 6.000, como para llorar, pero eso sí, pensamos en el gran Bolívar y maldecimos la conquista. Pobres, pero dignos. ¡Por Dios!

Sucede que a fuerza de leer tanto marxismo o monetarismo no nos hemos dado cuenta los economistas de que el tren que viene levita, y no es eléctrico, o a vapor como muchos creen todavía; en otras palabras, lo que la tecnología ha hecho es reescribir todo, pero nosotros seguimos pensando en el impacto que, o bien una baja tasa impositiva o ampliar la base tributaria, hará que el déficit fiscal suba o se contraiga. Estamos desubicados...

La tecnología ha avanzado tan arrolladoramente que ha creado sistemas de procesamiento de datos tan veloces que apenas logramos imaginar, esto ha desembocado en lo que se conoce como Big Data y sus variantes naturales, como Right Data o Soft Data; adicionalmente ha impulsado el desarrollo de la IA o Inteligencia Artificial, que es insobornable y muy lista, pues aprende de sus “errores”, no así los humanos y peor los votantes.

El sistema monetario y financiero del mundo está contra las cuerdas a partir de blockchain o cadena de bloques, que dio la pauta para la creación de criptomonedas, que patearon el tablero de los negocios y las transacciones. ¡Y esto recién empieza!

Señores, si se aplica Inteligencia Artificial a procesos de Compras Públicas, con estructura blockchain, les aseguro que en dos años, si no en uno solo, se elimina el déficit fiscal, porque sencillamente si yo vendo una taza a un cliente, lo hago a precios de mercado, si lo hago al Estado, lo hago no menos que multiplicado por diez, ¿por qué?, por todo el proceso de burocracia y corrupción que bloquea una transacción transparente y, por lo tanto, eficiente.

Tecnología aplicada a la administración pública = ahorro = eficiencia = decremento de déficit fiscal = eliminación de impuestos = mayor ingreso personal disponible = mayor consumo = crecimiento económico = mejora nivel de vida. ¿Alguna duda?

Y podemos seguir...

Damas y caballeros, es momento de sintonizarse con las nuevas realidades y entender que lo que se estudió en la universidad o el doctorado hoy no tiene mayor cosa que hacer.

Los tiempos son nuevos, así como los desafíos, y lo que debemos hacer es pensar fuera de la caja, no como lo hacían en el siglo XIX. (O)