—Cuando tengo mi arco tenso —dice Herrigel a su maestro zen—, llega un momento en el que, si no disparo inmediatamente, siento que voy a perder el aliento.

—Mientras intentes provocar el momento de disparar la flecha no aprenderás el arte de los arqueros —contesta el maestro—. Lo que a veces altera la precisión del tiro es la voluntad demasiado activa del arquero.

Un guerrero de la luz a veces piensa: “Todo lo que yo no haga, no será hecho”.

Pero no es exactamente así: él debe actuar, pero debe dejar también que el universo actúe en su momento.

Diálogo con el mal

A veces el mal persigue al guerrero de la luz; entonces, con tranquilidad, él lo invita a entrar en su tienda.

Y pregunta al mal: “¿Tú quieres herirme o quieres usarme para herir a otros?”.

El mal finge no oír. Dice que conoce las tinieblas del alma del guerrero. Hurga en heridas no cicatrizadas y clama venganza. Recuerda que conoce artimañas y venenos sutiles que lo ayudarán a destruir a sus enemigos.

El guerrero de la luz escucha. Si el mal se distrae, él hace que retome la conversación, y le pide detalles de todos sus proyectos.

Después de oírlo todo, se levanta y se va. El mal ha hablado tanto, está tan cansado y tan vacío, que no tendrá fuerzas para acompañarlo.

Actuar con responsabilidad

La raíz latina de la palabra “responsabilidad” desvela su significado: capacidad de responder, de reaccionar.

Un guerrero responsable ha sido capaz de observar y de entrenarse. Incluso ha sido capaz de ser “irresponsable”. A veces se dejó llevar por una situación, y no reaccionó.

Pero aprendió las lecciones; tomó una actitud, oyó un consejo, tuvo la humildad de aceptar ayuda.

Un guerrero responsable no carga el peso del mundo, sino que lucha contra los desafíos del momento. (O)