El periodo electoral en Ecuador vive su primer pico de intenso movimiento. Hasta las 23:59 de mañana, 13 de junio de 2023, los partidos y movimientos políticos podrán inscribir candidaturas, luego que el sábado concluyó el periodo de democracia interna, más allá de los cuestionamientos respecto a la llegada a las primarias con decisiones tomadas para solo validarlas.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) recepta las inscripciones de los postulantes y deberá calificarlas de acuerdo con el cumplimiento de los requisitos que exige la ley. Las elecciones anticipadas, que se cumplirán el 20 de agosto próximo, ponen a prueba la celeridad, transparencia y ética al organismo electoral.

Solo un binomio presidencial ha sido calificado hasta el momento por el CNE

El 4 de junio pasado los vocales de las 24 juntas provinciales electorales fueron capacitados sobre el proceso, los hitos del calendario electoral, el procedimiento de inscripción de candidaturas, notificación de postulaciones y recursos legales. Un total de 13′450.047 personas están habilitadas para ir a las urnas a elegir presidente, vicepresidente y asambleístas nacionales y provinciales.

Publicidad

Reparto de las Juntas Provinciales Electorales marca el control de las elecciones presidenciales y legislativas de agosto próximo

La titular del CNE, Diana Atamaint, ha reconocido que para el desarrollo del proceso en 90 días, como se establece en la muerte cruzada constitucional, se han tenido que hacer ajustes por fuera del Código de la Democracia. Se escuda en el periodo electoral que otorga al organismo que dirige competencias máximas y argumenta que de lo contrario no se cumplirían los plazos.

Las autoridades electorales asumieron el desafío. Por primera vez Ecuador enfrenta unos comicios que son fruto de la aplicación de la muerte cruzada establecida en la Constitución de 2008 de Montecristi.

La responsabilidad de los actores del proceso es con el país, tanto en materia de campaña –etapa anticipada y oficial en la que los ecuatorianos son testigos de la agresividad verbal con la que se buscan los votos– como en el desarrollo a cargo del CNE, obligado a ofrecer elecciones y resultados sobre los que no pesen dudas que solo hacen daño a la democracia. (O)