A la apatía y alta indecisión frente a las elecciones del próximo domingo, el asesinato del candidato Fernando Villavicencio añade matices diversos: aflicción, dolor, impotencia, rabia, indignación. En ese escenario, los aspirantes a la Presidencia de la República se sientan de frente para el debate obligatorio.
Desde las 19:00 de hoy, 13 de agosto, en cadenas de radio y televisión se transmitirá el debate. Ni la mejor serie de Netflix, HBO o Disney Plus debería distraer a los convocados a las urnas de ver el encuentro de los postulantes, a fin de tener mayor claridad en torno a sus propuestas y de cómo las harán realidad. El objetivo es poder llegar a un voto informado.
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Candidatos aseguran estar listos para el debate electoral, la mayoría irá con sus familiares
Un viejo político solía decir que se hacía campaña para los indecisos, porque los partidarios reales no cambiarían de parecer y los contrarios tampoco. El ciudadano crítico y analítico no acepta que lo encasillen en el concepto del antiguo político, aunque el fanatismo existe.
Los políticos no pueden subestimar a los electores. Hoy deben llegar con planteamientos claros. El desafío es también para los moderadores, quienes en un máximo de tres horas tendrán que lograr que los debatientes planteen sus ideas con altura respecto de los seis ejes planificados.
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Aunque resulte largo, el debate puede ser una herramienta determinante para la elección de quien gobernará durante el año y medio que le queda pendiente al mandatario Guillermo Lasso. Él decretó la muerte cruzada el 17 de mayo de 2023.
La ausencia de Fernando Villavicencio, asesinado el 9 de agosto, se sentirá, mas lo que se demanda es respeto por su memoria, familiares y seguidores.
Los candidatos debatirán sobre seguridad, economía, política social, democracia y sostenibilidad. Hoy tienen la oportunidad de mostrarse.
Del otro lado, los ciudadanos que aspiran y exigen un mejor Ecuador pueden dedicar un poco de su tiempo de domingo a analizar a los que estarán en la papeleta para ejercer su poder de decisión, sin influencias demagógicas o manipulaciones. (O)