Los ecuatorianos necesitamos de un pronunciamiento oficial de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana sobre la proclama del obispo de Aguarico de votar en el plebiscito por el cierre de los pozos petroleros. ¿Es o no la posición oficial de la Iglesia, de la Conferencia Episcopal?

Naturalmente, esto deberá ser analizado a la luz del Modus Vivendi celebrado el 24 de julio de 1937 entre el Gobierno del Ecuador y el Vaticano, y que comprometió a la Iglesia a no intervenir en asuntos políticos del Estado. La Cancillería debería presentar una protesta al nuncio apostólico y demandarle que no se vuelva a utilizar el sagrado nombre de la Iglesia en la consulta popular.

Después de leer en una publicación de Diario EL UNIVERSO, del sábado 5 de agosto, la declaración del señor obispo de que “el papa le había dejado el legado de cuidar la selva, a su gente y a sus pueblos”, me parece que el señor obispo se está inmiscuyendo en un terreno muy deleznable, de usar el poder espiritual de la Iglesia en asuntos de política de Estado. En cuanto a la misión que dice tener, hay que notar que una cosa es cuidar de la selva, lo que se debió hacer antes del inicio de la explotación y, otra, muy distinta, la de destruir lo que ya existe, y de lo que dependen “esa gente, esos pueblos” que participan del producto de esa explotación. Los moradores de la zona del ITT ya se han pronunciado en defensa de la continuación de la extracción. Ellos serían los afectados; cesarían los programas de salud, de educación, las fuentes de trabajo, ya existentes. Un cese de la producción afectaría a la economía en general; por la reducción del ingreso de dólares se pondría en riesgo la dolarización.

La intromisión de la Iglesia en asuntos terrenales ha traído, en ocasiones, consecuencias nefastas a la humanidad. Así ocurrió con las cruzadas para conquistar los santos lugares. Después de tantas muertes, fracasaron y fueron rechazados por los musulmanes. Hubo sí algo positivo:

los analfabetos cruzados vieron la muy desarrollada civilización árabe, sus universidades; regresaron a Europa y fundaron universidades hasta hoy famosas como Oxford, Salamanca, con lo que enmendaron diez siglos de oscurantismo en los que se ocultó la cultura de la civilización grecorromana. Son cosas que hay que evitar que se repitan. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Otra cosa que molesta es la intromisión de personajes de la farándula a recomendarnos lo que debemos hacer; esos personajes del cine, multimillonarios, no conocen las condiciones de miseria de nuestros pueblos.

Habrá que investigar la participación de fondos de entidades ecologistas internacionales en esta campaña por la no explotación del Yasuní. Nos hablan de dar un ejemplo al mundo eliminando nuestra diminuta explotación del Yasuní. Las grandes potencias continúan explotando esos combustibles en cantidades gigantescas.

Debemos apreciar los graves daños que ocasionaríamos a nuestra economía con esta renuncia, mientras exigimos subsidios a los combustibles, que esos sí son grandemente contaminantes. (O)