Es una locura hacer lo mismo y esperar resultados distintos. Este mes el país enfrentará elecciones anticipadas con la esperanza de un cambio en fondo y forma. Nos acercaremos a las urnas con la pluma cargada de expectativas, sabiendo que nuestro voto es el boleto, pero la pregunta importante sería ¿hacia dónde vamos? Como decía el gato de Cheshire dentro del cuento Alicia en el país de las maravillas: “Si no sabes dónde quieres ir, no importa qué camino sigas”. Pienso que somos amos de nuestro destino y es el momento de tomar un derrotero para detener esta inercia que nos mantiene buscando caudillos prepotentes que ofrecen salvarnos de un futuro apocalíptico, sin darnos cuenta de que aquello que tanto tememos, hace rato es parte de nuestra cotidianidad.

En consecuencia, si fuera real esa muletilla política sobre el espíritu de servicio, ¿por qué los candidatos que aseguran tener la fórmula para salvar al país no la han aplicado? Imagino que solo resolverán los problemas nacionales cuando ganen las elecciones. Tal vez, necesitan la investidura de autoridad absoluta para empezar a actuar y aun, con poder, dirán que realmente no se puede lograr mucho en poco tiempo y lanzarán la culpa al anterior gobernante quien será acusado de inoperante, más allá de que sea cierto o falso, como ha sucedido antes y como sucederá ahora. Nadie quiere hacerse responsable del desastre político-social-económico que vivimos, pero también existe gente soñando con su cara en la papeleta para las elecciones del 2025, gente que nunca ha ganado ninguna elección popular, pero su profundo deseo de un cargo de poder las mantiene en trabajo de hormiga y muchas fotos para redes sociales, como un medio para validar y promocionar su “sacrifico y entrega” por el pueblo. Ambiciosos oportunistas que confunden servicio público con promociones personales.

Quiero creer que todavía estamos a tiempo de un giro de timón que beneficie a la nación. Elijo confiar y... tener esperanza.

De esta manera, creo que este mes es la ocasión perfecta para hacer mejor las cosas. Es momento de darnos la oportunidad de elegir alguien que maneje una visión social, priorizando la educación y que tenga la fortaleza para tomar decisiones que lleven al país lejos del camino violento que transitamos actualmente. No existen fórmulas mágicas ni situaciones idílicas, tenemos un país convulsionado. Por las calles ruedan ríos de sangre y en el ambiente silban balas perdidas y con destinatarios. Es utópico soñar con un futuro cuando solo agradecemos haber llegado a casa un día a la vez.

Sin embargo, pienso que aún no está todo perdido y hay oportunidades de cambio positivo. Quiero creer que todavía estamos a tiempo de un giro de timón que beneficie a la nación. Elijo confiar y me obligo a tener esperanza porque soy de las ecuatorianas que se quedará trabajando por el país y su familia, pero ya no quiero tener miedo. Ojalá el siguiente Gobierno cumpla aquello que ofrece y espero que esta vez sea para beneficio de todos, no solo de unos pocos. Anhelo que recuerde su deber ser con el pueblo. Finalmente, me quedo con las palabras de Martin Luther King: “La esperanza de un mundo seguro y habitable recae en disciplinados inconformistas que se dedican a la justicia, la paz y la fraternidad”. (O)