Con ironía y mucho acierto, el politólogo Adam Przeworski dice que la democracia es un régimen en que los partidos gobernantes pueden perder una elección sin que eso constituya una catástrofe. Aunque él se refiere a las elecciones nacionales, en que se cambia de presidente y/o de legisladores sin que eso deba llevar al colapso de la democracia, la frase se aplica de mejor manera a las elecciones locales, en las que se disputan cargos que no influyen directamente en la conducción del Estado. Sin embargo, creativos como somos en este ombligo del mundo, estiramos hasta el infinito el resultado de las voluntades parroquiales, cantonales o provinciales y queremos darles un significado que no tienen. El único antecedente relativamente similar fue el de la España de 1931 (que no era precisamente una democracia) en que, a partir de unas elecciones municipales, se llegó a sustituir la monarquía por la República, que fue una de las justificaciones de las fuerzas más retardatarias para imponer la fase más nefasta de su historia.

Elecciones seccionales de Ecuador 2023

Los más hábiles hacen la misma interpretación con los resultados de la consulta. Es verdad, según las cifras que se conocen hasta el momento, que el Gobierno perdió olímpicamente y que con ello se comprueba lo que venían señalando las encuestas acerca de la evaluación ciudadana. Era una contienda en la que nunca debió entrar, como lo reiteraron muchas personas y como se repitió en esta misma columna en varias ocasiones. Si cualquier individuo medianamente informado sabe que las consultas en nuestro medio no sirven para evaluar el mensaje sino al mensajero, era una torpeza convocarla cuando la aceptación de este último estaba por los suelos. El resultado negativo era inevitable. Pero de ahí a pensar en que la consecuencia deba ser la terminación del Gobierno es algo que no tiene sentido y que demuestra, como ya se ha dicho hasta el cansancio, que existe una lógica conspirativa motivada básicamente por la situación judicial de quienes mueven esos hilos.

(...) las consultas en nuestro medio no sirven para evaluar el mensaje sino al mensajero...

Desde otro lado, hay quienes claman por la famosa muerte cruzada. Después del intento hecho en junio por la Asamblea, esta facultad quedó exclusivamente en manos del presidente de la República. Él podría disolver la Asamblea y gobernar por un tiempo indefinido con decretos-leyes de urgencia económica. Sin duda, es algo más que lo que puede hacer actualmente, pero no mucho más (no podría, por ejemplo, hacer reformas constitucionales ni cambios legales de fondo). De cualquier manera, suponiendo que escogiera ese camino, es dudoso que bajo esas condiciones podría producirse un cambio significativo en la gestión de un gobierno que ha demostrado escasa o nula comprensión de las necesidades ciudadanas y de lo que significa hacer política.

Elecciones: lecciones, golpes y burbujas

La respuesta (imprescindible desde hace mucho tiempo, como se ha venido insistiendo) ha sido la renovación del gabinete. Habrá que esperar hasta ver resultados. Pero de poco servirá si en la cúspide, en la cabeza del ejecutivo no se interioriza la necesidad de un cambio radical de rumbo. Penosamente, la experiencia de estos primeros veintiún meses dice lo contrario. Si se empeña en seguir por esa vía, habrá dado la razón a quienes quieren convertir una elección local y una consulta en la escalera de asalto a la fortaleza. (O)