La fugacidad de los días y de los tiempos contemporáneos, así como la percepción de lo vertiginoso del futuro inmediato, son realidades que experimentamos todos, frente a las cuales intentamos posicionarnos ya sea aceptando el truculento escenario social caracterizado por la volatilidad o resistiendo, de alguna manera, a ese torbellino que nos arrastra hacia desconocidos pero sí vislumbrados panoramas, dibujados por una humanidad condicionada de forma irremisible por sus creaciones tecnológicas que asumen cada vez más el control de lo cotidiano y la determinación del porvenir.