Los agricultores por sí solos no pueden hacer mucho para enfrentar a El Niño, sinónimo de riadas, lluvias intensas y altas temperaturas. Es una tarea regional que debe asumir el Estado observando las experiencias de anteriores eventos, sobre todo los acontecidos con los llamados extraordinarios, especialmente el último de 1997 y 1998, que tuvo una duración de 19 meses. Luego se concretaron obras de drenaje con relativa eficacia, como la de control de inundaciones del sector Bulu-Bulu, y otras fallidas como el proyecto Chone.

La inmensa superficie productiva de la fértil zona plana costeña tiene otras complicaciones por el impacto a las especies vegetales que sostienen la provisión de alimentos y el mercado externo, sujetas a situaciones traumatizantes propias de seres vivos de crecimiento ininterrumpido, rasgo que diferencia la producción agrícola de la fabril que puede ser paralizada y puesta en marcha a conveniencia; lo agrario obliga a trabajar con variedades resistentes a subidas de temperatura o excesos de agua que alteran su fisiología, lo cual se refleja en reducidos rendimientos y, cuando son persistentes, acarrearían inevitable muerte y desolación.

Al igual que los humanos, las plantas soportan mejor estados estresantes cuando tienen una fortaleza orgánica resultado de una adecuada nutrición, proporcionada por los grandes elementos nitrógeno, fósforo y potasio, complementada con micronutrientes, cuya deficiencia podría determinar niveles de productividad desestimulantes al trabajo e inversiones, de allí que los parámetros climáticos adversos se tornan inocuos en presencia de plantas robustas capaces de luchar con ventaja contra los daños de plagas y enfermedades que trae consigo el trauma ambiental.

Empresas y científicos privados ecuatorianos han identificado mecanismos para dotar a los vegetales cultivados de mejores condiciones de subsistencia, unas veces mediante el mejoramiento genético y otras, las más empleadas, con insumos que otorgan a los plantíos virtudes de resiliencia ante bajas o elevadas temperaturas, o ciclos de estrés hídrico (por exceso o escasez de agua) a través de sustancias nutritivas aplicadas a las hojas o directamente al suelo, que impulsan el desarrollo de raíces, corrigen factores negativos como la carencia de oxígeno en la zona de las raíces.

Revisamos estudios con rigor estadístico que asignan al bioestimulante Orkapp, concentrado de algas marinas orgánicas con hormonas vegetales, bajo responsabilidad del experto Miguel Córdova, que proveen al banano una singular fortaleza para soportar estrés de toda índole, ya exportado a Colombia y a EE. UU. Se suma a otro biológico vigorizante, mezcla de especies con cualidades curativas para el moko de musáceas comestibles,

ADMF, promovido por el investigador Víctor Hugo Quimí, con pruebas satisfactorias en Costa Rica.

Aún hay tiempo para mitigar los daños a la agricultura que El Niño desencadenaría, se saben en detalle sus alcances, las zonas y sembríos que serían más seriamente afectados, sitios bajo riesgo donde no debería labrarse, pero no se han precautelado las fatales consecuencias de su arribo. (O)