El técnico de fútbol está decidido a no perder el partido y opta por medidas radicales, extremas, pero que considera seguras: aunque faltan 30 largos minutos, él ordena que muchos de sus diez jugadores de cancha se ajusten codo a codo, hombro a hombro, en los 7,32 metros de ancho que tiene el arco para cuidar que el arquero, que es el líder en esa circunstancia, no cometa errores. Sin embargo de lo cual, por altos que sean los jugadores, le quedarán descubiertos al menos 60 cm hasta los 2,44 metros que tiene de alto el mismo arco, y por ahí también pueden entrar goles, si la pericia del rival o la reacción tardía de alguno de los apoltronados lo permiten. Entonces pone a la reserva, a los que están afuera de la cancha a disparar hacia los mismos 60 cm que también deja su rival con similar estrategia de amurallamiento. Y en medio de la cancha, ni en los costados no habrá, por ende, creatividad, menos aún individualidades geniales.
Esto es, más o menos, como aparecen ante la opinión pública los candidatos finalistas a la Presidencia del Ecuador para el próximo 15 de octubre: amurallados en sus medidos discursos porque sus estrategas prefieren cuidar el arco así, que salir a buscar un contrataque, ante la oleada de fakes, no tan fakes, y diversidad de frases que, de un lado a otro, se atribuyen, tratando de captar la atención de los jóvenes. El tan apetecido voto centennial.
Las reservas y la dolarización
Durante la semana que termina he conocido al menos dos entrevistas de cada bando que fueron canceladas incluso minutos antes de que se pudiesen grabar. Propuestas periodísticas profesionales, independientes, que habían pedido, y sus burós inicialmente aceptado, tratar con seriedad los planes de él y de ella para con el país. Diálogos profundos que no han sido aún posibles porque la estrategia parece haber girado rígidamente hacia lo entretenido, jocoso, bailable, en donde se hable menos y se simpatice más, para que quien aspira a la mayor magistratura del país no enfrente temas “polémicos” que puedan dar filet mignon a las hordas de troles manipuladores que, de lado y lado, están hiperactivados.
(...) amurallados en sus medidos discursos porque sus estrategas prefieren cuidar el arco así, que salir a buscar un contrataque...
Y esta “guerra” digital que ha sido probada con éxito en electorados tan complejos como el de Estados Unidos, Brasil o México parece ser la estrategia única de la que se defienden y contraatacan ambas campañas, de aquí hasta el 15 de octubre, que no serán los 30 minutos que tiene que aguantar agazapado el técnico de fútbol, sino 30 largos días que restan para volver a las urnas. A los excandidatos, ya fuera de contienda, y sobre todo los que no están vinculados con alguna de los finalistas, han debido acudir algunos medios en aras de discutir temas trascendentales de la realidad nacional.
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La fragilidad en el manejo de los discursos, la poca profundidad de los contenidos que rodean la propuesta y sobre todo la poca cultura digital popular, que ha masificado la manipulación a través de redes, están privando al país de conocer a plenitud si lo que los finalistas proponen es lo que en realidad necesitamos en esta onda crisis. Todavía hay tiempo antes del pitazo final. ¡Desmárquense!, ¡jueguen!, ¡convénzannos de sus genialidades! y hagan goles electorales. (O)